Capítulo 2

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—¿Está bien? ¿Por qué no despierta?

—Capitán sus heridas fueron mortales, perforaron su pulmón derecho, además de cómo su rotula se desvió. Sé que lo necesita despierto para que responda sus preguntas, pero debe esperar un poco más.

James se contuvo de rodar los ojos, no porque no quisiera, deseaba hacerlo, pero sentía los párpados pesados y las punzadas en su pierna, además de su abdomen era lo suficiente molesto como para tener fuerza. La voz de Martha parecía ser mucho más alto que de costumbre, quizás harta de la exigencia de su gran amigo.

Y si tan solo fuera eso, James pensó en como Steve preguntaba algo tan obvio. Había estado en una explosión, parte de un intercambio de balas, además de la segunda explosión que había lastimado a la mujer que Natasha le ordenó, proteger. Había muerto, y regresado a la vida más de dos veces y su mejor amigo era un poco ciego para entender la gravedad.

¡La chica! El recordar la débil imagen de la mujer entre sus brazos, lo hizo estremecer. ¿Seguirá viva? Se preguntó, apenas había logrado dejarla dentro del camión con la herida. Había perdido suficiente sangre con una facilidad que lo preocupo. Como no era el lugar, ni el momento para preguntar sobre algo como eso, se abstuvo.

—Capitán, por favor retírese, ya, no creo que despierte aun —escuchó de una mujer, quizás la ayudante enfermera del equipo, quien no mantenía el mejor humor, después de soltar un pesado suspiro—. Hemos retirado cada fragmento que podría causar más de una infección y por lo menos no sufrió gran daño al torcer su rodilla. Agradézcale a Dios por no querer estar con él.

—Dios no soportaría mi encanto —dijo, haciéndose notar, sin abrir sus ojos, dolió siquiera hablar un poco, por lo seca que sentía su garganta—, y la muerte ya me odia por verla siempre.

—A callar, soldado, que ganas no me faltan para devolverte a la jodida muerte. Desearía que fuera otro el que me venga a ver, pero siempre es usted. ¿Acaso quiere morir de verdad?

James asintió levemente, y tuvo una respuesta rápida al momento en el que su frente fue golpeada con un objeto frio. Además de la mala mirada que le dio su mejor amigo y capitán.

—Tranquila Martha, respira profundo y no gaste tu fuerza con él, Bucky aún está delirando.

Martha bufó, por lo que se levantó de su asiento y salió de la habitación bajo la atenta mirada de Steve, quien solo sonrió hasta verla desaparecer. No dudó en golpear el brazo del moribundo hombre, quien grito por la manera en la que estaba siendo tratado.

—¿Qué te dijo la muerte ahora? —pregunto Steve, ayudándolo a enderezarse sobre la cama, dejando que poco a poco, abriera los ojos con pesadez, maldiciendo por lo bajo cuando su visión se veía interrumpida por la luz de la habitación.

—Que eres peor que mi ex-mujer. Estoy bien, Steve, quizás deba iniciar terapia, quien sabe. Ya me he roto algo antes, ¿Qué lo diferencia de ahora?

—Que pudiste morir, entraste en estado de shock por el impacto de la segunda explosión —explico con ese tono neutral que odiaba de él. Steve lograba ser tan sentimental aun teniendo en cuenta cual era el trabajo al que debía de enfrentarse. Habían entrado juntos, sangrado hasta casi perder una extremidad. James negó en su dirección.

—Pero, no lo hice. ¿Lo ves? Todo está en su lugar, gracias a Martha —y como cada una de las veces en las que Steve estaba por lagrimear al igual que un niño, James no dudo en extender su mano y despeinar al menor—. Estamos viejos para esto, capitán. Hazme un favor, mejor. Dime ¿Cómo está esa mujer?

—¿Cuál? Rescatamos a muchas ¡Ah! ¿Toni? Ella despertó ayer, una bala la alcanzó, pero es algo que ya fue tratado. —Continuó, en lo que servía un poco de agua y se lo daba.

Sabe a gloria, pensó al sentir la frescura en su garganta—. Al menos está viva... ¿De dónde la conoces? Me iba a acusar contigo por no escuchar sus órdenes, debe tener recursos como para hacer eso.

—Es mi ahijada, no me mires así, por favor.

James no lo evito. Solo le conocía a una pequeña niña de la que siempre estaba orgulloso, incluso se convirtió en alguien demasiado molesto cuando explicaba con lujo de detalles cada uno de los logros que había tenido la joven. Incluso podía recordar como lo encontró tan borracho, después de discutir con ella, al saber que seguiría sus pasos. La joven Toni era exactamente la única que podía hacer que ese gran soldado fuera capaz de convertirse en un gran llorón o un alguien mucho peor.

—Es hija de María —murmuró para sí mismo, Steve asintió, confirmándolo—. Joder- lo siento, ella esta herida por mi culpa, ¡Su madre me va a matar! ¡Tú me vas a matar!

Steve negó—. Vamos, María te ama tanto como si fueras su propio hijo, y yo, bueno... puedo esperar a que te recuperes para hacerte sufrir. Ahora mi buen amigo, descansa, que aún no hemos terminado esto.

Claro, eso solo significa que conoceré el infierno, pensó en lo que hizo una mueca por el dolor. Dos toques en la puerta, hace que ambos se miren y sea Steve quien del permiso. Es cuando ven entrar a una pelirroja mujer.

—Estás vivo, soldado.

—Aparece que no te agrada la idea, Tasha —respondió James, notando como Natasha se quitaba sus oscuros lentes, y sonrió en su dirección.

—Todo lo contrario, quería ver como habías quedado después de tres días inconsciente. Sigues siendo el mismo.

—Por lo menos su cerebro sigue en orden —continuó Steve, importándole poco la mirada de traición que hizo el moribundo.

James se encogió de hombros, era un soldado con corta-larga vida. No era tan interesante como lo hacían ver.

—De todas maneras, Steve necesito tu ayuda. Howard esta tratando de mantener encarcelado a las mujeres por supuesta complicidad con los antis.

—Iré —respondió de inmediato, se colocó de pie tomando su sombrero, hasta ahora fue que notó que aun seguía con su uniforme—. Tú, recupérate rápido.

—¡Claro, le diré a mi cuerpo que no tarde!

Ambos capitanes se despidieron con un ademan y salieron de la habitación dejándolo completamente solo. Volvió a hacer una mueca al tratar de mover su pierna enyesada, quizás se había pasado esta vez. James, bajó la mirada hasta su pecho y las múltiples vendas que lo cubrían. El dolor era realmente molesto, incluso le costaba respirar. Esta vez, tuvo suerte.

—Así que te llamas ¿James Barnes? —escuchó al final de su cama, ¿en que momento entró? Toni dejó la tabla de información atrás, y ocupó el mismo asiento donde antes Steve estaba.

—Sí, así deseó mi madre.

—Bueno, le doy el crédito por el nombre, ahora, ¿Cómo te sientes? Teniendo en cuenta de lo cerca de estuvimos de la muerte.

—¿Cómo sigues tú con tu herida?

—Puedo con esto, aunque si te soy sincera, creí que era un idiota arriesgado que no tomaba en cuenta la vida de los demás, cuando estabas a punto de desmayarte. ¿Te han dicho que eres realmente fuerte?

—Lo reconozco.

Toni asintió y bostezó en lo que observó su pierna con detenimiento, demasiado pensativa. Aterraba verla de esa manera, lo poco que conocía por boca de Steve, era que casi nunca se mantenía callada, daba a conocer su opinión y que los demás procesaran eso.

—Creo que puedo hacer algo para que mamá te ayude a que te recuperes con rapidez. —James asintió a la propuesta, no tenía fuerza para seguir respondiendo. Toni se levantó, y extendió su mano hacia él—. Entonces, soldado James Barnes, es un gusto conocerte y gracias por salvarme. Y como sé que no nos hemos presentado bien, soy Natasha Stark.

—James Barnes, señorita Stark.

—Solo Toni, no me gusta que piensen en Howard cuando escuchan el apellido.

James asintió, eso ya era nuevo—. Sin ningún problema.

El tiempo de un mortal; WinterIronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora