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Scaramouche suspira con molestia al verse en el espejo con aquel ridículo vestido de sirvienta. No le queda otra opción más que soportar esta humillación por el aniversario de la escuela. Se coloca la tiara en su cabello añil, se mira nuevamente en aquel espejo suspirando.
—Maldita sea, odio estas estúpidas celebraciones.—murmuró entre dientes.
Forzó una sonrisa y salió de aquel vestidor, dirigiéndose a atender a los clientes de la cafetería improvisada. Podía sentir las miradas sobre él, pero hizo todo lo posible por ignorarlas. Se acercó a una mesa donde lo esperaba un grupo de chicas cuchicheando y riendo.
—Bienvenidas, señoritas. ¿Puedo ofrecerles algo?—Preguntó con falsa dulzura, tomo el pedido y en unos minutos lo entregó. yendo a dónde se encontraban sus compañeros esperando más clientela.
—Vamos Scaramouche, mejora esa cara, pareciera que quieres matar a alguien.— Aquel pelirrojo pasó su brazo por los hombros del contrario, mientras recibía inmediatamente una mirada de muerte.
—Cállate, no estoy de humor. Sabes que odio esto...—espetó entre dientes, sin poder disimular del todo su irritación. Algunos clientes comenzaron a llegar, por lo que rápidamente volvió a forzar una sonrisa y continuó caminando por la cafetería con la bandeja en las manos, tomando órdenes y sirviendo tazas de té y pastelitos. "¿Por qué me pasa esto a mí...?" pensó con fastidio, resoplando disimuladamente. Ya quería quitarse ese ridículo vestido, pero solo podría hacerlo al terminar su turno.
Habían pasado dos largas horas y Scaramouche ya estaba agotado, la clientela era menor pero la persona que esperaba aún no había llegado, la puerta del local se abrió viendo a su pareja quién pareciera haber corrido un kilómetro.
—Lo siento.. surgió un problemita así que siento el atraso.— Su mirada de posó sobre Scaramouche, viendo cómo vestía aquél vestido negro con bordados blancos, verlo vestido de esa forma jamás se lo habría esperado.
—¿A-aún está abierto?— Dijo esperando no haber llegado demasiado tarde.
Al escuchar esa voz tan familiar, el corazón de Scaramouche da un vuelco. Por fin ha llegado la persona que tanto ansiaba ver. Se acerca rápidamente a recibirle con una genuina sonrisa.
—Por supuesto, para ti siempre estará abierto.—responde, olvidando por completo su tono fingido de cortesía. Sus ojos se iluminan al observar a su pareja, que luce tan bien como siempre. Scaramouche siente un gran alivio de que haya aparecido, aunque sea con retraso. Los minutos se le habían hecho eternos esperando ansioso poder encontrarse a su lado y escapar de esta absurda situación. Ahora que ha llegado, todos los demás clientes y deberes pierden importancia.