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Los días después de formalizar para Julián fueron extremadamente dulces.

Einar se quedó en su casa ese fin de semana y lo disfrutaron muchísimo, especialmente Layla, que se levantó super contenta al verlo en la cama. Pasaron un día muy bonito los tres, simplemente jugando con su enanita, comiendo y cocinando juntos, charlando de esto y aquello, disfrutando de la compañía.

Julián no tenía tanto tiempo entre semana, principalmente por los viajes que tenía que hacer, de salir más temprano para dejar a Layla con su mamá, después ir al trabajo, volver a buscarla y recién ahí volverse a su casa, pero Einar pasaba a visitarlos de todas maneras, aprovechando que le era más sencillo moverse con el coche.

Einar se había ofrecido de llevarles o alcanzarlos en algún tramo de esos viajes diarios, pero él había preferido esperar. Todavía no quería decirle a su mamá que estaban saliendo, le parecía muy pronto, aunque sabía que seguramente ella lo intuía por las sonrisitas y chistecitos que él intentaba esquivar. Sabía que era una tontería, pero prefería esperarse al menos un par de semanas, cuando ya se sintiera más seguro y cómodo. O quizá cuando empezara a ganarle el cansancio de tantos viajes y le tentara más la oferta de Einar.

Julián se dio cuenta rápido que le iba a costar un poco empezar a amoldarse a eso de tener siempre una mano al lado que se ofreciera a ayudarlo con todo a todas horas. Quería tener una relación bonita y sana, así que intentaba hablarlo todo con él, ser sincero desde el principio para encontrar un punto en común o amoldarse lo mejor posible. Y por suerte Einar parecía estar en la misma onda.

Julián notó que Einar era muy cariñoso. Le daba mimos, besos y abrazos cuando podía, y cada tanto solían quedarse mirando a los ojos, expresándose el cariño en silencio.

Cada día le encantaba más y más.

Ei se quedaba a dormir casi todos los días. Entre semana la pasaban más en su casa, por el tema de la comodidad para el traslado de Layla, así que los momentos de intimidad tenían que ser en la sala, una vez su enana se dormía. Julián no sabía si era porque había llevado mucho tiempo solo y estaba con las hormonas hasta el cuello, porque era distinto estar con un varón o porque simplemente era Einar, pero estaba disfrutando muchísimo del sexo. Cada tanto le agarraban ratos de timidez, pero, con los consejos y gestos de él, se le solía ir. Y mientras se exploraban y aprendían qué más le gustaba al otro, Julián había notado que Einar disfrutaba guiarlo, juguetear torturándolo, llevar el ritmo y a veces ser un poco dominante. Para Julián era todo nuevo, y aunque a veces se sentía raro, no le disgustaba del todo la dinámica. Con el tiempo seguro podían experimentar más.

Los fines de semana iban a la casa de Einar, aprovechando para salir y otras para descansar. Allá había un poco más de espacio y comodidad, entonces Juli se cohibía menos porque no era tan latente el miedo a despertar a su hija mientras ellos estaban haciendo de las suyas. Eso sí, Einar había tenido que empezar a adaptar más la casa para una enana toca todo, sacando de su alcance tanto las cosas que eran un peligro para ella, como aquellas que podía arruinar y romper, como la computadora con la que él trabajaba y que a ella le llamaban la atención mucho los colores y botones.

Con el pasar de los días, Layla empezó a decirles papá a los dos de forma indiscriminada, entonces Julián aprovechó a hablarlo con Einar y le comentó que, si le molestaba, incomodaba o sentía que le ponía en compromiso que le llamara de esa manera, todavía estaban a tiempo de cambiarlo. Pero Einar repitió aquello de que no le molestaba si a él tampoco, porque los sentía de su familia independientemente de cómo le llamaran. A Julián se le derritió un poco el corazón al escuchar eso, porque significaba que no sacaba nunca a su enana de la ecuación. El miedo a que Lay sufriera después seguía latente, pero él elegía confiar. Juli trató de incorporarle un "Nar" en su vocabulario, o a lo sumo un "pa", pero eso dependía más de su hija que de él; cuando creciera más ella seguro iba a elegir cómo decirle.

Otro papá para LaylaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora