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—Pensé que eso de partir a alguien al medio era algo retórico —bromeó, todavía con el cuerpo tenso por el dolor, apretando las manos contra las sábanas. Su novio se rio y le dejó varias caricias en sus nalgas y piernas, respirando con igual agitación que él.

—¿Te duele mucho? ¿Me salgo? —Julián respiró hondo y no contestó de inmediato, pero después negó con la cabeza.

Buscó una de esas manos inquietas y la llevó a su entrepierna, porque pese al dolor y la incomodidad, todavía estaba muy necesitado. Einar enseguida empezó a masturbarle y él cerró los ojos intentando disfrutar, sin alejar mucho sus dedos de los de él.

Poco a poco empezó a pasarla mejor y le dijo que se empezara a mover, muy despacio. La estaba sufriendo, pero lo calentaba mucho escucharlo a Einar gemir; todas las otras veces en la casa los dos habían intentado no hacer mucho ruido para no despertar a su hija, pero ahí se habían desatado ni bien habían cruzado la puerta. Ahí podían ser ellos sin miedo a nada.

—Dios, Juli... —Suspiró su novio, cuando él ya le había dado vía libre para empezar a moverse un poco más—. Estás todavía más bueno que en mis sueños...

Con una marea de emociones en su estómago y pecho, se le escapó una risita nerviosa y se movió hacia atrás, para empezar a cambiarle el ritmo. Todavía no estaba del todo acostumbrado, pero sentía una necesidad de que su novio se soltara e hiciera lo que quisiera con él.

—¿En serio? —le jadeó—. A ver, mostrame lo que me hacías...

Einar se desató y empezó a arremeter más fuerte. Juli se arrepintió un poco al principio, pero después lo empezó a disfrutar, no solo por cómo se sentía, sino por cómo escuchaba a su pareja.

Tras un momento, en esa habitación de hotel todo fue gemidos y jadeos, un calor intenso y el sonidito de sus nalgas chocando contra él. Julián terminó de perder la cabeza y pronto se vio pidiéndole más, cambiando de posición para verlo, tocarlo y disfrutar del paisaje hermoso que Einar le ofrecía. Lo cabalgó un rato, aunque sentía que no era muy bueno en ello, pero se esmeró mucho y al cabo de un rato acabó en su pecho y abdomen, bajo la mirada intensa de su novio y sus manos inquietas.

Ei siguió empotrándolo un poco más, cuando él ya sentía que no daba más, y pronto también llegó al orgasmo. Julián se tiró a su lado, a recuperar el aliento y quedarse admirándolo. Otra vez, se preguntó cómo podía ser que un hombre tan hermoso se fijara en él, entonces no pudo frenarse para besarlo y acariciar sus mejillas.

—Nunca imaginé poder sentirme así —le confesó sin dejar de pasear su pulgar por su barbilla. Einar le siguió viendo, todavía más agitado que él—. Nunca me vi saliendo con un hombre, enamorándome de uno, y que, encima, sea un amigo de tantos años...

—Juli... —Vio de nuevo ese brillo en sus ojos grises que le decían lo mucho que lo quería, y de un movimiento rápido se incorporó para besarlo, atrapar su labio inferior con los dientes y volverlo a besar—. Yo también estoy enamorado de vos, me hacés tan feliz...

Julián se mordió los labios y le llevó su pelo medio rubio hacia atrás con los dedos. Einar le imitó en el gesto, y después le repartió besos por el cuello y el pecho. De a poco, sus besos fueron bajando y sus manos se movieron suavemente por ahí y por allá, entonces él pasó los dedos en su espalda ancha.

—¿Llevabas mucho soñándome antes que empezáramos a salir?

Julián vio una sonrisa formarse en sus labios, pero le siguió dando besos un rato.

—¿Querés la verdad verdadera? —Él se relamió los labios y asintió. Einar soltó una risita—. Desde que te conocí me pareciste lindo. Y me gustaba más como eras, cálido, sencillo y fiel. Pero me alcanzaba con solo ser tu amigo, o al menos, hasta hace algunos meses cuando empecé a ver... que me estabas mirando distinto.

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⏰ Última actualización: Jun 05, 2023 ⏰

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