𝐔𝐍𝐎

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     「here you are beautiful!」

La última vez que estuvo en el distrito 12 fue exactamente hace dos años, una de las tantas paradas en su tour de la victoria, tenía vagos recuerdos, de hecho no era una época que quisiera recordar.

Tenía 14 años cuando ganó los septuagésimos segundos Juegos del Hambre, desde entonces su vida fue en picada. La muerte de su padre, las secuelas de los juegos, la venta de su cuerpo a los más ricos del Capitolio y la muerte de sus primeros alumnos como mentora. No había corrido con la misma suerte que Finnick Odair, al menos el tuvo dos años de paz antes de que el Presidente Snow lo hiciera.

Su mentores le ofrecieron una salida a todos sus problemas, morflina.

Algo que el Capitolio no se tomó bien, era inaceptable que la nueva favorita del Capitolio decayera en la adicción.

Paso un período corto de desintoxicación luego de una visita para nada agradable del Presidente Snow que en resumidas cuentas amenazaba con quitarle la única persona que aún tenía a su lado.

Su mellizo menor.

Bajo del auto, Effie Trinket la escolta de los tributos, quien por cierto se había rendido al tratar de darle consejos de moda al ver su vestimenta oscura y apagada, nada digno de una Vencedora como ella.

Camino detrás de ella en un total silencio, analizando todo el lugar con cautela. El Alcalde las recibió en compañía de su familia, dos rubias que sin duda eran bonitas.

—Bienvenida, Señorita Verlice— declara el Alcalde trayendo a la pelinegra de vuelta a la realidad.

—Gracias— sonrío con amabilidad.

La hija del alcalde la guío hasta una habitación, pese a que mostraba una típica desconfianza mezclada con curiosidad, se sentó en uno de los sillones a la espera de la ceremonia. En el distrito 12 solo existía un vencedor. Haymitch Abernathy, lo conocía muchísimo más de lo que quisiera.

El vencedor que le dió una idea de lo que el Presidente Snow podía hacer, logrando intimidarla y someterla.

Así que desde hace 24 años, el distrito solo contaba con un solo mentor y sobraba decir que desde entonces la racha del distrito no era la mejor. Era su segundo año como mentora.

Solo que está vez cumplía su papel en un distrito diferente. Lo cual era bueno, si sus tributos morían no se sentiría tan mal. Después de todo era extraños para ella.

Miro el reloj, aún faltaba mucho, así que decidió cerrar los ojos y descansar un poco.

(...)

El movimiento de su hombro la hizo reaccionar de manera inconsciente, sin poder asimilar que no estaba en la arena de juegos, apretó la muñeca de su “atacante” para después torcerla. Escucho un quejido que le hizo despertar de manera correcta dándose cuenta de que no era un “atacante” más bien se trataba de un agente de la paz.

𝐈 𝐖𝐀𝐍𝐍𝐀 𝐁𝐄 𝐘𝐎𝐔𝐑𝐒 -𝐏𝐄𝐄𝐓𝐀 𝐌𝐄𝐋𝐋𝐀𝐑𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora