El rey de las calabazas

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-Katsuki hibrido.

-Izuku fantasma.

-Mencion de muerte.

-No angst.

-Romance


...


Los lobos buenos reciben besos de los fantasmas, no los que secuestran a Santa.


...


[I]

Se dice que los fantasmas suelen rememorar el momento de su muerte, congelados en una misma escena eternamente. Caminan sus últimos pasos incontables veces, tornándose en seres verdaderamente tenebrosos. Izuku, por su lado, prefiere llevar el camino del olvido, que es un paso previo a desaparecer como esencia. Sabe que tuvo una muerte prematura a la que ha preferido hacer a un lado. En el sendero al descanso eterno, antepone los momentos hermosos que su mente aún preserva.

Entre vivencias familiares haciendo postres con su madre o cosechando calabazas en el campo junto a su padre, hay un momento en específico durante su infancia cuando se perdió en el bosque y salvó a un conejo de un pequeño lobo hibrido.

¡ES MI COMIDA!

Siempre creyó que las historia sobre hombres lobos no era más que un cuento para atemorizar a los niños, obligándolos a quedarse en casa una vez la nieve empezaba a caer y los días se tornaban cortos en contraste con las noches.

Sin embargo, el sentimiento de sorpresa inicial quedó opacado por el deber de protección que movió su cuerpo en un impulso rápido y temerario.

¡N-no!abrazó al pequeño animalito peludo, que chillaba adolorido por el ataque de su depredador Es solo un conejo bebé, él quiere a su madre.

Lejos de verse intimidado por la ferocidad con la que el lobo se mostraba, a Izuku le arremetió un poco de lastima. Porque el hibrido se veía verdaderamente delgado para una estatura similar a la suya y, quiera o no, ese conejo era su alimento.

Es entonces que, queriendo remediar las cosas, optó por regalarle una de las calabazas que su familia guardaba de la cosecha de otoño.

¡¿Qué mierda es esto?! el rechazo a su propuesta fue inmediato.

Es comida —susurró triste, viéndole perderse por el bosque, dejando atrás la calabaza destrozada sobre la tierra.

Los días siguientes continuó llevando calabazas, a la espera de que aceptara una de ellas. No quería que el niño lobo muriera de hambre, pero tampoco que un animal indefenso tuviera que sucumbir a sus fauces. Se propuso lograr un cambio en el habito alimenticio del pequeño lobo sin conocer un mínimo de cómo se manejaban los de su especie. Al cabo de unos días, la última calabaza que dejara en obsequio, apenas traía mordidas pequeñas de animales menores.

Poco después supo por los mayores, que los lobos tenían rutas definidas de migración que seguían todos los años.

El lobo que había conocido solo cruzaba el bosque cercano en temporada de navidad.

Con ese nuevo conocimiento adquirido y sin desistir en su misión, empezó a llevar calabazas únicamente en esas fechas.

Y año tras año, las calabazas terminaban destrozadas, desperdigadas sobre la nieve junto a rastros de sangre de sus presas.

De todo y nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora