El Destino de la Princesa [PAUSADA]

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Era la primera vez que salía de la habitación.
La casa era muy humilde. Las paredes de piedra, las viejas escaleras de madera que rechinaba cuando se subía o bajaba.

_ Ohh. ¡Saliste! _ dice una chica acercándose a mí.

Era joven. Parecía de unos 21 o 22 años. Su cabello rojo, parecía de muñeca. Traía un vestido bastante básico, azul con lo que parecía la estructura de un delantal blanco arriba. Atado en la cintura formando un perfecto reloj de arena.

_ quién...eres? _ pregunto

_ Ohh, si claro! _ se aclara la garganta_ soy Laila, un gusto. _ sonríe nuevamente_ Ainhoa no nos dejaba verte. Supongo que estuviste muy grave.

Ainhoa...? Así que así se llama. Jamás me dijo su nombre.

Ainhoa....

_si...estuve bastante mal_ dije bajando un escalón.

Hay un pequeño silencio y luego habla

_ bueno...lo bueno es que ya estas mejor! _ dice acercándose_ y creo que necesitas un poco de ayuda_ dice mientras saca un listón del bolsillo de su vestido. _ tienes el cabello un poco alborotado_ hace una pequeña expresión de diversión y en un rápido movimiento atrapa toda mi melena en una coleta. Terminándola con un lazo _ listo!, así tendrás la cara más despejada.

_ gracias.

_ no hay de que.

_ soy Sabrina, es un gusto también conocerte_ digo esbozando una pequeña sonrisa. _ amm...solo una cosa más_ digo señalando mi abdomen. _ no tendrás un corsé?

Ella me mira un poco extrañada, pero responde

_ creo..._ dice mientras se pone la mano en la barbilla pensativa. _ que hay uno en el primer cajón arriba. _ termina de decir mientras sube las escaleras rápidamente.

Yo la sigo, mientras veo como ingresa a la habitación y comienza a buscar en los cajones. Los cuales, son tan viejos que el olor a madera combinado con los años y la humedad se puede sentir en toda la habitación.

_ aquí esta!!_ dice poniéndose derecha y acercándose a mí.

El corsé era pequeño, no llegaba al pecho ni tan abajo de la cintura.

_ ven te ayudaré_ dice colocándolo en mi cintura y comenzando a ajustarlo

En un movimiento rápido y un poco brusco ajustó el corset demasiado apretado. Las heridas en mi abdomen comenzaban a arder y doler demasiado. Haciendo que soltara un quejido de dolor.

_ ahh!

_ lo siento! _ dice aflojándolo rápidamente_ lo pondré más suave_ dice para luego volver a ajustarlo, pero esta vez a la medida de la cintura. Sin exagerar. Para luego atarlo en un lazo.