𝑽𝐢𝐫𝐚𝐚𝐠

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Yoongi disfrutaba mucho de ir a la empresa, eso antes de terminar con Anastasia, luego de que terminaran, el cruzarla por los pasillos o en la sala de ensayos era una tortura.

Justo en ese momento estaba yendo a la sala de práctica, ya que tenía que aprenderse la coreografía de That That, una canción de PSY en la que acepto colaborar. Tenía miedo de encontrarse con la rubia, ya que por un tiempo no la vió, pero no podía rechazar el ir a la practica.

Entró en la sala de ensayos y no había nadie, tal vez había llegado muy temprano, no lo sabía en realidad. Dejó sus cosas en los casilleros que la sala tenía y se acercó a la computadora para dejar preparada la canción.

La puerta de la sala de ensayos de abrió, dejando ver a tres personas, dos hombres y una mujer, y en ese mismo instante Yoongi quería que la tierra lo trague en cuanto vio esos bellos ojos celestes que lo volvían loco, y estos miraron sus ojos marrones.

— Hola Yoongi. — Saludo uno de los coreógrafos. El otro y Anastasia también lo saludaron.

— Hola, ¿Cómo se encuentran? — trató de llevar una conversación, quería saber de la rubia.

— Pues yo estoy bien, algo cansado, pero eso no me quita las ganas de bailar. — El coreógrafo hizo una leve danza, que logró sacarles a todos una sonrisa.

Ninguno iba a obligar a que la rubia hablara, ya que todo el staff de la empresa, que trabajaba con BTS, sabía cómo había terminado la relación de ambos.

— Yo diría que empecemos de una vez, ¿Les parece? — Pregunto Yoongi, a lo que los tres asintieron.

Los coreógrafos se propusieron en mostrarle al idol la coreografía. Pusieron la música y comenzaron a bailar. Anastasia bailaba con seriedad, pero mostraba paz en su mirada, algo que Yoongi amaba ver, sabiendo lo mucho que a la chica le apasionaba el baile, disfrutaba de verla estar en paz cuando lo practicaba.

Los ojos de Yoongi no salían de la silueta de la rubia, veía como su cabello, el cual estaba levemente recogido, se movía de un lado para el otro mientras bailaba. Su rostro se tornaba de un leve color rosado por el calor que su cuerpo comenzaba a sentir. Bailaba con energía y con elegancia.

La chica ni siquiera lo miraba, entendía completamente la razón, y no pensaba obligarla a entablar la mínima interacción  con él. Entendía que no lo quería cerca después de romper su corazón, pero debían soportar verse de vez en cuando en las practicas o cuando se cruzaban en los pasillos.

Yoongi añoraba esos días en donde la joven italiana iba a su estudio, lo ayudaba con las canciones, sentada en su regazo, mientras disfrutaban la compañía tan amena del otro. Añoraba sentir el toque de sus labios sobre los de la rubia, sentir su fría piel tanto en invierno como en verano, y añoraba, en esa estación tan fría del año, rodear el cuerpo de la joven entre sus brazos, dándole calor corporal y compañía en las noches. Añoraba que en sus días libres, en esos donde solo quería verla durante todo el día, la acompañaba a ensayar en la empresa, donde el solamente la veía bailar frente a un enorme espejo, en esa sala de ensayo vieja, con el techo bajo, casilleros como los de las escuelas a los extremos, donde solo eran ellos dos, divirtiéndose, admirándose y amándose, creyendo que tendrían un final como el de los cuentos de hadas, cuando en realidad, su final era el de una película de romance prohibido, negado a existir a los ojos de los demás, doliendo en los corazones de quienes no se cansaban de amar.

Recordaba cuando lo estaba ayudando con su álbum Agust D, en el 2016. La joven llegó en la madrugada a la empresa, por más que el surcoreano le dijo que no fuera y que se quedara en su hogar, ella no hizo caso y fue a verlo. Llego con dos ramen y soju para que tomaran. Era la única que sabía la clave de acceso al Genius Lab, además de Jungkook, así que en cuanto estuvo frente a la puerta, puso el código y entró.

— En serio no tenías que hacerlo, amor. — Dijo Yoongi mientras veía a su chica con las bolsas de la tienda de conveniencia. 

— Lo sé, pero también sé que gastas mucha energía y que estas sólo cuando produces, creí que algo de compañía no te vendría mal para despejar. — No pudo evitar mirarla con una sonrisa, ella sabía exactamente cuando Yoongi necesitaba descansar, cuando necesitaba algo.

— ¿Alguna vez te dije lo afortunado que soy de tenerte? — Yoongi palmeo su regazo, indicándole a la chica, que si ella quería, se sentara en el mismo. La rubia no se negó, y con tranquilidad fue hasta el surcoreano. Se sentó en su regazo y sintió como las manos del mismo rodeaban su cintura.

— Muchas veces, ¿Y yo alguna vez te dije que eres la persona más bella y buena de este mundo? — Preguntó la italiana, mientras acariciaba una de las mejillas del Yoongi.

— Muchas veces. — Respondió con una sonrisa.

𝐀𝐌𝐘𝐆𝐃𝐀𝐋𝐀 | Mɪɴ Yᴏᴏɴɢɪ.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora