𝑹𝐚𝐦𝐞́

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Yoongi recordaba la primera vez que vio a Anastasia, era un día nublado, con la temperatura fresca, con mucho viento y con una pinta de que, en menos de lo que te podías imaginar, una tormenta se avecinaría. Llego a la empresa como todos los días, debían practicar algunas canciones para el Tour, por lo que se dirigió a la sala de ensayos. Se sorprendió cuando vio que, dentro de la sala, habían nuevas personas, entre ellas una cabellera rubia llamo su atención. 

— Oh, ¡Suga Hyung! — Jungkook exclamo en cuanto lo vio.

— Hola. — Hizo una reverencia ante los miembros del grupo y hacia las personas.

— Yoongie, te presento a los nuevos integrantes del grupo de bailarines de apoyo. — Dijo Jin con alegría. El más bajo solo podía ver a la portadora de esa cabellera rubia, acción que no pasó desapercibida por algunos miembros del grupo, más específicamente, la Hyung Line.

Primero practicaron "Dope", Yoongi quedaba impactado con los movimientos de la rubia desconocida, bailaba tan bien, con tanta energía, pero sin llegar a ser grotesca, era algo tan placentero de ver.

Luego continuaron con "Save Me". Yoongi siempre que podía miraba por el reflejo del espejo a la chica, analizando sus movimientos, quedando encantado con ellos. Se sorprendió al notar que habían hecho contacto visual a través del espejo, rápidamente ambos apartaron sus miradas y siguieron bailando.

Los meses pasaban, y el nuevo grupo de bailarines ya sabía la mayoría de las coreografías de grupo, y se volvían más íntimos, más conocidos, tal vez hasta el punto de poder llamarse amigos.

Yoongi siempre quería acercarse a Anastasia, pero tenía miedo de ser rechazado por la chica, además de que, su ansiedad lo volvía loco. Había sobre pensado lo sucedido hace unos meses, cuando sus miradas se cruzaron, y pensó que la chica lo miro porque la estaba incomodando, nunca pensó en que tal vez la chica podía estar también interesada en conocerlo.

Les habían dado el día libre, por lo que, entre todos habían acordado comprar snacks, bebidas y algo para pasar el día en la sala de ensayo, tanto el grupo como los bailarines llevaron de todo. Ese día aprovecharon para conocerse un poco más, se preguntaban cosas y contaban experiencias o datos sobre ellos mismos.

Anastasia recibió varias preguntas, como, por ejemplo, desde hace cuánto que sabe hablar coreano, hace cuanto vive en Corea del Sur, o si tenía otro trabajo además de ser bailarina. Ella con gusto hablo sobre si misma, y Yoongi sintió que sus orejas crecieron como las de un elefante, dispuesto a escuchar todo sobre la chica.

Anastasia venia de un pueblo de Italia llamado Bellagio, comento que era un pueblo rodeado por un lago, bastante bello según ella. Desde siempre le fue de interés el baile y el aprender idiomas, por lo que sus padres le daban el derecho de aprenderlos y disfrutarlos, sabía hablar español, ya que uno de su padre era argentino, y luego aprendió el coreano, y en ese momento estaba estudiando inglés, Yoongi quedo sorprendido. Se mudo a Corea del Sur para conocer por mano propia la cultura, y disfrutar del país del K-Pop, el plan inicial era quedarse unos meses y luego volver, pero en cuanto vio las audiciones para la empresa, no dudo en hacerlas.

Yoongi estaba cada vez más encantado con la historia de la chica. Hablaba casi a la perfección el coreano, pero era entendible que tuviera errores, ya que hay palabras que solo las conoces en el día a día y que no te las enseñan cuando lo estas aprendiendo, pero el surcoreano quería escucharla hablar en sus idiomas, en italiano y español, ya que Yoongi consideraba que si su padre hablaba español, ese también era su idioma materno, además del italiano.

Los meses pasaban, y Yoongi cada vez conocía más a la italiana, era una persona de carácter fuerte, decidida y segura de si misma, lo que él quería ser, ella demostraba su seguridad cuando bailaba, además de que podía manejar distintos estilos de baile y, en algunos, bailaba de forma tan delicada y con elegancia que parecía una pluma.

Ella era alguien que no tenía miedo de decir lo que pensaba, como tampoco tenía miedo de equivocarse y aprender de eso. Era alguien que lograba que los choques culturales no le fueran incomodos.

Amaba cuando la chica se acercaba a él, con una sonrisa y lo saludaba con un beso en la mejilla, algo que en Corea no era visto. Recuerda la primera vez que la joven lo saludo de esa manera, habían acordado que la italiana lo ayudaría con una coreografía, y se reunirían en el estudio, Yoongi llego primero y a los minutos Anastasia llego, con una sonrisa plasmada en el rostro, dejo las bebidas que había comprado en una mesa del estudio y se acercó a Yoongi y junto sus mejillas e hizo un sonido de beso, el surcoreano quedó impactado, pero no molesto.

— Lo lamento, ¿Te ha molestado? — Pregunto la italiana cuando vió como el chico estaba impactado. 

— No... Solo me sorprendió, pero no me ha molestado. — Dijo con una leve sonrisa.

— Que bueno que no te haya molestado. — Mencionó con una sonrisa en su rostro. 

Momentos como ese existieron muchas veces, en donde el choque cultural era fuerte por parte de ambos, Anastasia algunas veces llegaba a sus prácticas, se sentaba junto a Yoongi y le contaba de como la habían tratado algunos coreanos, sobre todo le enojaba cuando un mayor la trataba mal. 

—Es que yo entiendo que acá se le tenga mucho respeto a la gente mayor, pero no por eso tienen derecho de tratarme mal, Yoongi. Yo quise subir en el tren con tranquilidad y de la nada una señora me empujo, y no le puedo decir nada, porque además de que se les respete soy extranjera, eso es peor. — Yoongi soltó una pequeña risa, llamando la atención de la italiana. — No es gracioso. 

— Si lo es, puedo imaginarme tu rostro de indignación. — Dijo con una sonrisa, Anastasia pudo sentir como el enojo se iba de su cuerpo cuando vio la sonrisa de Yoongi.

𝐀𝐌𝐘𝐆𝐃𝐀𝐋𝐀 | Mɪɴ Yᴏᴏɴɢɪ.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora