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── "Te amo, Ocho Hargreeves"──
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Oh, la Academia Umbrella, hogar de los héroes jóvenes que alguna vez salvaron la ciudad en sus múltiples misiones.
Con sus viejos pasillos y entrenamientos diarios. Horarios que sig...
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Reginald Hargreeves, famoso y aclamado por el mundo por su grupo heroico, grupo entrenado para detener al mal y criados para salvar a la Ciudad de crímenes que acechan en la oscuridad a la espera de alguna debilidad.
Jóvenes que descansan bajo el techo de la famosa Academia Umbrella, jóvenes con poderes que solo el señor Hargreeves sabe entender y manejar.
Una familia extraordinaria, se debe aclarar.
"Los entrenamientos empiezan en quince minutos"- Ellos tienen un horario de responsabilidades que comparten entre ellos, cada uno con sus propios asuntos.
Reginald abandona el comedor luego del anuncio. Pasando a un lado de la mesa sin dirigir la mirada a alguno de ellos. Grace se acercó en total silencio, recogió los platos vacíos de la mesa y se marchó así mismo como había aparecido, en total silencio. Los jóvenes miraban sus platos, desaliñados del ambiente tenso que les rodeaba he ya no pueden verse como una hermosa familia de héroes. Pues ya no se conocían los unos a los otros.
Número Ocho, ajeno del ambiente, apartó sus cubiertos de sus manos y se levantó sin decir nada, ayudó con sus platos y los recogió para llevarlos a la cocina justo antes de que Grace se acercara. Los demás le miraban fijamente, esperando escuchar algo o al menos un simple susurro en agradecimiento por la compañía que nunca pide.
Número Dos resopló jugando con la comida que aún hay en su plato, con la cuchara, y con notorio enojo.
"¿Saben? Me estoy cansando de esto, osea, es la misma rutina de siempre: levantarse, comer, entrenar hasta el puto cansancio y dormir para al día siguiente volver con lo mismo de cada día"- Número Cuatro río sonoramente después de recoger una cucharada más de su respectivo alimento. Los demás solo le escucharon y permanecieron en silencio.
"Pues... Llevamos diez años en esta rutina, bueno sin contar nuestros primeros seis años de vida en esta Academia donde lo único que hacíamos era jugar por allí y hacer cosas estúpidas de niños."- Número Cuatro agregó con la comida a medio masticar. Pero nadie dijo nada acerca de eso, solo siguieron comiendo.
"Bueno eso no es del todo cierto, Diego. Algunos empezamos individualmente a una edad más temprana" El Número Uno se dió la oportunidad de comentar en ese espacio vacío que se dejó.
Número Dos río de manera falsa, quizás irónica por recordar, mientras iba levantándose de su asiento disponiéndose a tomar su plato y llevarlo a la cocina. Pronto abandonó la habitación después diciendo que faltaba poco para abandonar el lugar, que más era un canto por la libertad que esperaba atrapar junto con el deseo de tratar de ser feliz fuera de la Academia.
