╰ Capítulo dos. . .

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UN AÑO Y DOS MESES DESPUÉS

Londres, Inglaterra


     Valentino finalmente tenía seis meses. Había nacido en perfectas condiciones, con el peso perfecto y una calma sorprendente —como para tener los genes Romero—, rodeado de la familia coreana adoptiva que lo acogió a él y a su madre sin dudarlo.

     El restaurante había incrementado sus ventas en un cien por ciento. Si antes era reconocido, ahora andaba de boca en boca y era conocido como punto turístico que todos debían visitar, al menos una vez en su vida. 

     El pequeño Romero era reconocido entre los clientes habituales. Se quedaba acompañado de su abuela, en el sector de la caja, y saludaba a todo el mundo con sus pequeñas manitos. 

     OIivia no podía estar más agradecida con la llegada de aquella criatura. Valen era su pequeña luz en un camino lleno de oscuridad. Y aunque con el pasar de los días aparecían pequeñas actitudes o parecidos físicos a Cris, en sus ojos no había nada más que amor y gratitud cuando lo miraba. 

     —¿Podés ir a buscar dos kilos de banana y un kilo de manzanas rojas? Tengo que ir a buscar unas cosas al otro pasillo —preguntó Oli a su amiga, mientras empujaba el carrito por el supermercado. En el tiempo que llevaban juntas, la coreana estaba aprendiendo a hablar en español—. Sí, mi amor, ahora te doy una banana.

     Valentino se volvía loco cada vez que escuchaba la palabra banana o veía la fruta. Le encantaba. Aunque quizá se debía a que era la única fruta que podía comer, junto con la naranja.

     El nene golpeó sus manos, simulando un aplauso, al oír que su madre le daría la fruta, y dibujó una sonrisa. 

     —No hay problema, ve —exclamó sonriendo—. Yo me quedo con este precioso bombón —Valen rio ante el tono y las caras graciosas que su tía le regalaba. 

     El pequeño Romero movió los pies con un poco de nerviosismo. No solía estar mucho tiempo separado de su madre, y cada vez que se apartaba, como en el supermercado, se ponía nervioso.

     Podía quedarse un poco tranquilo con el resto de su familia y, si se daban la vuelta para ir a otro pasillo —como Olivia estaba haciendo— no parecía importarle; pero con su progenitora era otra cosa. 

     Olivia confiaba plenamente en Hae-won, al igual que en su familia. Nadie era capaz de abrirle los brazos a una extraña embarazada que su hija había conocido en el aeropuerto. Pero ahí estaban; tratándolos como si fueran familia. 

INVISIBLE STRING | Cuti Romero³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora