╰ Capítulo nueve. . .

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LONDRES, INGLATERRA 


     Cuando Olivia abrió los ojos, el cielo ya se encontraba completamente oscuro. El frío de Londres se hacía notar cuando el cielo oscurecía y la ventisca adquiria fuerza. Pestañeó, intentando acostumbrarse a la brillante luz de la televisión, y respiró profundamente, buscando sacarse el cansancio de encima. 

     Levantó la cabeza pensando en qué momento se quedó dormida. Frente a ella estaba el pequeño y hermoso rostro de su hijo; el cual se encontraba en el quinto sueño. Tenía la boca levemente abierta y un poco de baba manchaba la remera de Cristian. 

     Dirigió la mirada a su ex novio. El cordobés tenía la cabeza inclina hacia atrás, roncando despacio con la boca abierta. 

     —Cris —susurró. 

     Se removió en su lugar, y dejó caer la cabeza hacia un costado, pero no se despertó.

     —Cris —volvió a llamarlo, pero esta vez tocando su brazo—. Cris, hey —movió el brazo derecho, cubierto de tatuajes. 

     El argentino abrió los ojos confundido, pero sobre todo con algo de sorpresa al ser despertado por alguien. Hacía tiempo que la alarma del celular era lo único que lo despertaba. Por lo que, tener el rostro de Olivia frente a él, resultó lo más confuso del mundo. 

     —¿Qué pasó? —susurró con la voz ronca, frotando sus ojos con la mano que no abrazaba a Valen—. ¿Qué hora es? 

     —Un poco más de las ocho —respondió en voz baja—. Ninguno de los tres puede dormir acá. Vamos, levántate. 

     Un bostezo se escapó de la boca del chico. Y, cuando estaba por levantarse, un leve apretón lo detuvo. Descendió la mirada hasta Valentino, quien había sido el causante. El pequeño Romero sostenía, con su pequeño puño, la remera negra de Cuti; evitando que se aleje de él. 

     —Hay alguien que no me deja levantarme —exclamó con una sonrisa. 

     Acarició el cabello oscuro y delgado del niño; teniendo la mirada de Olivia sobre ambos. Una sonrisa, repleto de ternura, abarcaba su rostro. Sus ojos brillaban con la escena frente a ella. 

     Sin embargo, presionó los labios y apartó la mirada, a los pocos segundos. 

     Aquello era su culpa. 

     Todo lo era y ella lo sabía a la perfección. 

     Ninguna palabra podría cambiar su pensar o aliviar el peso en su alma. 

INVISIBLE STRING | Cuti Romero³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora