╰ Capítulo quince. . .

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LONDRES, INGLATERRA

     Olivia miró a su hijo con la cabeza inclinada. Se encontraba sentada sobre la alfombra, con algunos juguetes a su alrededor, esperando a que Valen viniese a jugar y dejase de ver la puerta. 

     Llevaba un largo rato así. 

     Esperando exclusivamente a Cristian. 

     Aunque el menor no supiese qué hora era; sabía que, cuando el sol comenzaba a esconderse, era la hora de que su papá llegase a casa. Cada tanto volteaba a ver a su mamá, esperando alguna noticia de Cristian y de porque tardaba tanto. 

     —Valen... —suspiró Olivia—. Papá no va a venir hoy. No puede —aclaró al ver las cejas alzadas y los ojitos tristes que le daba.

     Valen gateó hasta la puerta y comenzó a golpearla con sus dos manos. En ese escándalo, también se añadieron gritos y llanto. Olivia soltó un suspiro y se incorporó del piso para alejarlo de la puerta. 

     Sus vecinos eran muy estrictos con respecto al ruido, y cada dos por tres tenía una queja por el llanto de su hijo. No veía la hora de irse de aquel departamento; pero por ahora era lo único que podía pagar, así que debía aguantarse. 

     El menor comenzó a removerse entre sus brazos. 

     —Valentino, dale. 

     Su hijo soltó un grito agudo, removiéndose entre sus brazos. Aquello siempre la ponía nerviosa porque podía caerse y lastimarse la cabeza. 

     —Valentino, basta —exclamó frustrada—. Papá no puede venir hoy. 

     Soltó un suspiro y comenzó a mecerlo entre sus brazos, buscando calmarlo. 

     Había permanecido con Valentino a upa, meciéndolo de un lado a otro, durante bastante rato. Sabía que si se detenía o sentaba, iba a comenzar a llorar nuevamente. Permaneció lo más que pudo con Valen encima, hasta que sus brazos comenzaban a ceder ante el peso. 

     Tuvo que sentarse en la silla y aquello arrancó el llanto nuevamente porque su mamá se había sentado. Olivia, queriendo recuperar fuerza antes de volver a levantarlo, agarró el celular y justo el nombre de Cristian apareció en la pantalla. 

     Suspiró con cansancio y respondió a la llamada. Mientras tanto, movía su pierna de arriba abajo. 

     —Hola, Cris —El tono de cansancio en su voz no pasó desapercibido, ni hablar del llanto de su hijo, haciendo preocupar a Cuti. 

     —¿Está todo bien? ¿Vos y Valen están bien?

     —Sí... Solo que Valen no para de llorar. 

INVISIBLE STRING | Cuti Romero³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora