IS| INVISIBLE STRING
TRAS ENTERARSE DE SU EMBARAZO, Olivia abandona a Cristian y su relación de cinco años, en una ciudad de Italia.
La argentina huye del país italiano hacia uno inglés, debido a que su ex pareja no entendía un pingo del idioma; y...
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LONDRES, INGLATERRA
Olivia puteó al no recibir respuesta por parte de Eun-ji, a su llamada. Cristian avanzaba entre los autos ágilmente, siguiendo las indicaciones de la morocha.
—Gira a la izquierda, a mitad de cuadra —indicó, desabrochándose el cinturón de seguridad para bajarse con rapidez.
El argentino la vio dirigirse a una puerta gris, con vidrios en la parte superior de la puerta. Era una de las típicas casas inglesas, que se elevaban desde unos metros más abajo de las veredas; eran angostas, pero con una gran longitud.
Las cortinas cerradas impedían ver dentro de la casa; a excepción de una, en la planta superior, que contaba con stickers de dinosaurios pegados en la ventana.
Originalmente, el morocho no iba a entrar, debido a que Liv no lo había invitado entre todo el ajetreo. Sin embargo, salió del auto en su dirección, al notar que tardaba mucho en abrir la puerta.
Le sacó las llaves de la mano y preguntó: —¿Cuál es?
—La que tiene una D es para el cerrojo de arriba, y la más chica para el de abajo —indicó con nerviosismo.
Confiaba en que nada malo había ocurrido, más bien nada grave, pero el no estar al tanto de la situación la estaba poniendo intranquila.
Cristian abrió rápido y empujó la puerta para dejarla pasar. Olivia entró y subió rápido las escaleras para buscar los papeles y la plata que tenía guardada, en caso de emergencia.
Cuti avanzó unos cuantos pasos hacia dentro, cerrando la puerta tras él. Su mirada escaneó cada rincón de la sala de estar, hasta que se detuvo en algo en específico.
A un lado del sillón había una cuna de madera. Contaba con una frazada polar, de color verde, destendida, mostrando las sábanas del mismo color y un peluche de dinosaurio.
Con su mano, agarró el peluche. Buscó con la mirada alguna fotografía de las personas que vivían en la casa, pero no pudo encontrar nada porque Olivia bajó rápidamente.
En sus manos cargaba una carpeta, repleta de papeles.
—¿Qué es esto? —murmuró el chico, observando el peluche entre sus manos.
La argentina cerró los ojos y suspiró con fuerza.
—Te lo explico después —suplicó, sabiendo que el tiempo comenzaba a acabarse. Caminó hasta él y, tomando en sus manos las de Cris, le sacó el juguete lentamente—. Ahora no es momento —acomodó la cama, aún dejándola abierta para cuando su hijo volviese a casa—. Por favor, Cris.
