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Jiwoong soltó en un largo suspiro todo el estrés que llevaba acumulado hasta el momento y al instante, todos sus músculos parecieron relajarse. 

Matthew acababa de ser llamado en el puesto número tres. 

Algo de ese hecho parecía tan irreal qué tuvo que darse la vuelta en dirección a la pantalla gigante para confirmar lo que había escuchado. 

Sin lugar a dudas, era cierto: el canadiense se encontraba llorando desconsoladamente en los brazos de los otros aprendices, quienes intentaban consolarlo con palabras y gestos de cariño. 

Vio de reojo como sus nuevos compañeros de grupo sonreían y aplaudían en sus asientos, todavía con una evidente sorpresa por lo que acababa de suceder. 

Jiwoong no los culpaba, porque ni siquiera el propio Matthew parecía consciente de lo que le estaba sucediendo. 

De hecho, el chico en cuestión continuaba llorando mientras caminaba hacia la plataforma donde diría sus palabras de agradecimiento.

Seguía viéndose lindo. 

Jiwoong se centró en los movimientos del canadiense: observó cómo tomaba el micrófono entre sus manos temblorosas, como reía al ser llamado oppa, como agradecía con dulzura a su hermana y a su madre y no pudo hacer menos que recordar lo que le había sucedido la noche anterior. 

Matthew lo había besado, dos veces. Luego, Jiwoong había tomado valor y le había confesado sus sentimientos y, más tarde, como por arte de magia, había logrado dormirse casi instantáneamente. 

Quizás solo había necesitado eso: no tener nada de qué arrepentirse, poder sentir que había dejado todo dicho y hecho, tanto con respecto a su sueño como a su vida personal. 

El mayor mantuvo su compostura mientras observaba cómo Matthew subía lloroso aquellas largas escaleras. No obstante, cuando lo tuvo frente a él no pudo hacer menos que abrazarlo. 

Claramente aún quedaban muchas cosas que decir entre ellos. 

Jiwoong se acercó rápidamente al oído del menor, procurando que su gesto no llamara demasiado la atención. 

—Entonces, ¿Te gusto, Matthew-ah?—susurró sin vergüenza alguna. 

Sintió al canadiense tensarse entre sus brazos y luego, esbozó una sonrisa divertida cuando lo vio alejarse de él entre risas, con las orejas completamente rojas y los ojos brillantes.

Evidentemente no obtendría una respuesta allí y ahora. 

Pero Jiwoong sabía que ese no era un final, sino un comienzo... 

Y que después de todo, tendría unos buenos dos años y medio para escuchar la respuesta que su dongsaeng tuviese que darle. 

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Fin


























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Último capítulo solo para concluir.
Sé que soy muy empalagosa para escribir romance, pero espero que les haya gustado con niveles altos de azúcar y todo 😭

FinaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora