La regla número uno de los psicólogos es no relacionarse amorosamente con los pacientes hasta cinco años después de terminar con la terapia.
Pero Max es demasiado terco como para seguir las reglas que los demás le imponen.
Y Venecia no puede evitar...
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𝟑𝟎 𝐝𝐞 𝐚𝐛𝐫𝐢𝐥 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟐.
𝐌𝐨𝐧𝐭𝐞𝐜𝐚𝐫𝐥𝐨, 𝐌𝐨𝐧𝐚𝐜𝐨.
Venecia se mira fijamente en el espejo y bufa mientras se acomoda los tirantes del vestido. Le gusta como se ve. El negro es el color que más le gusta porque hace que sus ojos resalten. Además, la forma en la que aquel vestido se ciñe a su cintura la hace sentir aún más bonita de lo que es.
No lleva un maquillaje cargado, ni siquiera se ha puesto sombra. Sólo una fina capa de máscara, un delineado sutil y un gloss con apenas un poco de color que cubre sus labios.
—Menos es más. —murmura para sí misma, intentando convencerse de que no es necesario hacer ningún retoque ni en su outfit ni en su maquillaje, que así está completamente hermosa y, sobre todo, cómoda.
—¿Te llevarás un abrigo? —pregunta Sophia, interrumpiendo sus pensamientos mientras se recuesta en el marco de la puerta con una copa de vino entre las manos.
Alguna canción de Ariana Grande suena de fondo y eso las hace sonreír a ambas. Venecia presiente que será una noche bonita, que quedará para el recuerdo, pero sin embargo no tiene la esperanza de quedarse toda la noche.
—No lo sé... —duda la castaña. —No creo que me quede mucho tiempo, estoy muy cansada...
Sophia frunce el ceño y niega con la cabeza.
—Bueno, ya verás que serás la última en irte.
[...]
—¿Es necesario que te vayas?
La voz molesta de Kelly, con tono de reproche, retumba en los oídos del piloto neerlandés. Max intenta controlarse para no estallar.
—Voy a salir a cenar con mis amigos, Kelly...
—A un club. —se apresura a interrumpirlo.
—Si, esas son cosas que hacen las personas de mi edad cuando salen con sus amigos. —responde con un tono de obviedad.
