El niño de los ojos azules (0.2)

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—Tienes muchas agallas para ser el fenómeno de circo de la familia Thorn —dijo el chico con cierta tono burlón en su hablar.

Nuevamente, Damien no dijo nada, sólo el silencio amenazante podía responder por él.

Sin embargo, le causaba intriga el hecho de que lo llamara "fenómeno de circo", él era todo menos un fenómeno de circo. Y para empezar ¿Qué era un maldito fenómeno de circo? O más bien ¿qué era un circo? Se suponía que debería sentirse ofendido por sus comentarios desagradables, pero sólo se quedaba confundido por éstos. Algo que hacía la cosa más difícil para el castaño, quién ya comenzaba a fastidiarse.

— ¡Te estoy hablando, mierda! —exclamó furioso el castaño.

El niño de ropas de negras nuevamente salió de su trance, para luego mirarlo de nuevo.

Poco después, uno de los chicos con los que estaba acompañado el niño gordo, se animo a meterse en la discusión, y se acercó donde ellos se encontraban: era el niño de sudadera turquesa.

—Oye, Eric. Creo que deberíamos dejarlos en paz sólo por esta-

—¡Cállate, Butters! —lo interrumpió antes de que pudiera terminar su oración.

—O-okey... —dijo temeroso, alejándose de ellos bastante desanimado.

Damien pudo notar como contenía las lágrimas de sus ojos, se le veía que no le gustaba lo que estaban haciendo. Cartman solo continuó.

—¿Por qué no me sorprende que no hables? ¿eh? Era de esperarse, sí tus familiares son una bola de raros marginados —dijo en tono burlón y malicioso, soltando una carcajada al final de su oración.

Las expresiones faciales de Damien comenzaron a cambiar a unas de evidente ira.《 ¿Qué fue lo que dijo?》pensó el azabache. Cartman había logrado su cometido, le había dado justo en el clavo.

—¿Qué pasa? ¿vas a llorar? ¿o vas a llamar a tu papi? —burló con voz aniñada.

Damien comenzaba apretar los puños con gran fuerza. Las yemas de sus manos como sus palmas comenzaban a calentarse, al punto de emanar calor dentro de sus puños y comenzar a lanzar cenizas. Esto sucedía mientras que el niño trataba de contener su ira. Cartman solo se mofaba de la situación, burlándose de sus expresiones, parodiando su voz y lanzando insultos hacia su familia a diestra y siniestra. Inconscientemente, esto comenzaba a cambiar el color de ojos del azabache en poco en poco, al mismo tiempo que mostraban un brillo infernal.

Las risas del chico obeso por cada minuto que pasaba se iban convirtiendo en eco, mientras que su vista se iba humedeciendo conforme pasaban los segundos.

—¡Oye, Cartman! ¡deja a mi hermano y a ese niño en paz! —gritó una voz masculina en forma de eco que llamó la atención inmediata de Eric.

Muy apenas sí puedo reaccionar y olvidarse de la insaciante ira que tenía por dentro. Por otro lado, miró al niño rubio que seguía sentado en el suelo, expectando.

Sus ojos azules casi tan claros como el agua, reflejaban rayos de esperanza en su mirar, siendo esto reforzado por su pequeño susurró. . .

—Hermano... —dijo mirando hacia una dirección muy específica.

Después de escuchar ese diminuto susurró proveniente de aquel pequeño, el chico de ropas negras volteó hacia la misma dirección donde aquel rubio miraba con asombro.

Ahí pudo ver la presencia de un niño de cabello colorado y dientes de conejo, en una posición que indicaba que estaba dispuesto a defenderlos a toda costa, mirando con enfado aquel desagradable niño de pelo castaño.

Damien, El Anticristo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora