El pequeño Damien

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El cielo estaba repleto de escala de grises, se sentía la humedad del aire que resoplaba por la ventana, donde se reflejaba las nubes grisáceas sobre ella, donde no se podía ver ni rayo de la luz del sol. Mary se despertó con el sonido estrepitoso de su despertador eléctrico que marcaba las seis de la mañana, se levantó con cierta pereza pero al final sentarse encima de su cama.

Tenía que vestirse y asear la casa cómo de costumbre. Le dio un pequeño golpe a su novia para que despertará puesto que tenían que ser el trabajo juntas. La joven sólo dio un quejido adormecido, por el pequeño golpe de su pareja. Eso causó que la joven mujer se hartara un poco; así que, tomó las delicadas sábanas de su cama junto con la cobija esponjosa con la que suelen acurrucarse también, para posteriormente dar un estirón veloz y fuerte para quitársela de encima. Dejando a la otra joven mujer desprotegida de su fortaleza hecha de sábanas y cobijas.

Quería dormir un rato, dando un ligera queja al respecto.

— Oye, déjame dormir un rato más. —Sé quejó mientras se levantaba pesadamente de la recámara.

— ¡De ninguna manera! Tenemos que limpiar y preparar el desayuno para nuestro señor Chris y para nuestro niño Damien. —afirmó la mujer de pelo castaño, mientras buscaba en su ropero su ropa.

La joven de pelinegra no se quejó, dado un pequeño suspiro pesado ante las palabras de su querida novia. Sabía que ella tenía razón, tenían que arreglar todo y preparar el desayuno antes de que marcarán las ocho de la mañana, sería una tarea pesada, pero valdría la pena.

Hoy sería un día especial, apesar de las temperaturas y la humedad del día, ya que hoy sería el día primer de clases para el pequeño Damien, y tenía que tener todo preparado. ¿Su primer día clases? Sí, su primer día de clases, hoy sería el día donde el pequeño Damien Thorn asistiría a clases normales dentro de una escuela común y corriente, como de niño normal se tratase. Puesto que ya no había nada nuevo en casa que pudieran enseñarle, por lo que se decidieron llevarlo a la escuela para que aprendiera más cosas de lo que ellos podrían enseñarle.

Las chicas se vistieron, y limpiaron toda la casa, hasta que no quedará ni sola pisca de polvo en cada mueble. Preparando cada detalle para que todo estuviera en perfecta armonía.

Sue preparaba el desayuno, mientras limpiaba la mesa y acomodaba los platos en cada silla donde se sentarían a comer, después de todo ellas también formaban parte de la familia Thorn. Siendo prueba de esto un tatuaje que tenían marcado en el ante brazo. Luego de preparar todo en la mesa, la señorita Mary llamó a Damien para desayunar.

— ¡Damien~! ¡a desayunar~! —gritó la mujer desde el primer piso.

Silencio sólo pudo escuchar desde arriba, sin recibir respuesta algún del pequeño infante. Algo que en seguida preocupó un poco la mujer de pelo castaño, siempre recibía una respuesta del pequeño pelinegro cada vez que lo llamaba para cualquier cosa.

— ¿Qué pasa? —preguntó la pelinegra que ahora se encontraba justo a lado de ella.

— Subiré a ver que tiene, espérame aquí. —respondió la castaña.

La mujer de pelo castaño subió en poco en poco las escaleras de aquella casa grande de la clase alta. Tal vez no era una mansión como uno pensaría, pero era una casa lujosa y acogedora. Digna de una familia de clase alta como la familia Thorn. Cuando la mujer llegó al segundo piso del hogar, enseguida caminó hacia la habitación del pequeño Thorn, ahí dio pequeños golpecitos en la puerta de la habitación.

— Damien, ¿Puedo entrar? —preguntó la mujer detrás de la puerta.

Y nuevamente, no recibió respuesta y otra vez ese silencio profundo.

Damien, El Anticristo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora