Prohibido - Saga sirena [adaptación] KookTae/KookV

Capítulo 30

TAEHYUNG

Cuando Taehyung abrió los ojos a la tenue luz, se encontró en su propia cama, rodeado de familiaridad. Abrumado, hizo lo único que pudo. Gritó.

Una sombra se movió a su lado.

— Shh, Taehyung. Oye, está bien.

Jungkook. Era Jungkook, la voz del alfa en voz baja y urgente.

— ¿Dónde está él? — dijo, frenético, sus manos buscando al bebé al que había estado abrazando con tanta fuerza.

— Está justo aquí — dijo Jungkook, su voz firme y tranquila, presionando las manos de Taehyung contra el bebé acunado contra su pecho.

— Oh.

Su pánico disminuyó, pero no pudo contener las lágrimas.

— Lo logramos — dijo entre sollozos — No pensé que lo haríamos. Fue tan difícil, un viaje tan largo y tanto, tanto frío. Sentí que nunca volvería a tener calor.

Jungkook tomó su mano y ahuecó su mejilla.

— Estás aquí, lo hiciste. Tan valiente y fuerte.

— No me siento fuerte. O valiente. — Hizo un balance — Pero me siento caliente.

— Los hemos estado cuidando a los dos. Yeontan está ayudando — dijo Jungkook con un gesto de la cabeza hacia el perro que estaba acostado junto a ellos en la cama, con la cabeza en la rodilla cubierta por una manta de Taehyung.

— Hola, Yeontan. Te he extrañado. — Levantó la cabeza y miró a Jungkook a los ojos — Los he extrañado a todos. Lamento que me haya ido... así. La llamada del mar era tan fuerte que no pude luchar contra ella. Pensé que me había llevado, finalmente. Pensé que nunca regresaría. Pensé que me perdería y mi corazón se enfriaría.

— Pero no fue así — dijo Jungkook, su voz un poco vacilante — Llegaste a casa.

— Fuiste tú — le dijo Taehyung, necesitando que Jungkook lo entendiera — Mi amor por ti fue como una corriente cálida en el agua. Lo seguí a casa hasta ti. Me llamaste a casa.

De repente, Jungkook lo atrajo hacia sí, envolviendo sus brazos alrededor de él, presionando el rostro de Taehyung contra su pecho.

— Te amo — dijo Jungkook con fiereza — Te amo demasiado. No ha pasado un día en el que no te haya visto en la orilla, esperando a que regreses a casa.

— Y aquí estoy.

— Y aquí estás. Aquí estáis los dos. No pretendo entender por lo que has pasado. Pero tal vez, cuando hayas descansado, quizás tengas ganas de decírmelo.