cinco

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Si dios existe, los ángeles o alguna fuerza mayor, que justo ahora apareciera y la hiciera desaparecer a ella como por arte de magia.

Ah, cómo es que terminé aquí.

No recuerda nada, y el algo natural de una persona desmayarse por las emociones tan fuerte como las que la chica tuvo, desde no comer bien en todo el día por causa de los nervios, el mismo sentimiento de ansiedad y angustia por no saber si aprobó o no, el no estar durmiendo bien por su repentino insomnio de madrugada, hasta presenciar un tiroteo el mismo día, si definitivamente su desmayo había sido justificado.

Y es que lo último recuerda es a ese tipo llamándola y preguntarle que hacía ahí, luego un fuerte dolor de cabeza y todo se le oscureció, ahora se encontraba en una cama de hospital claramente.

Sola, al menos tuvieron la decencia de dejarla ahí y no tirada en el bar, una enfermera que entraba con una charola de aluminio, la observa y termina de entrar.

—Oh, estás despierta, ¿como te sientes? —pregunta mientras deja la dichosa bandeja cerca y se acerca para examinarla ligeramente, la pelinegra no responde. —Iré por la doctora y le avisare al señor Sano que has despertado.

—El-... ¿Quién? —pregunta desorbitada, es como si hubiera despertado en otra dimensión después de haber muerto súbitamente.

Ojalá hubiera sido el caso, las historias de transmigración siempre son divertidas.

Pero soñar no costaba nada, porque para cuando aquel pensamiento cruzó su cabeza la enfermera ya se había ido de nuevo dejándola sola en ese lugar tan silencioso.

Ahí dentro detalla con cuidado todos los objetos dentro, quiere irse, y normal, no le gustan los hospitales, le trae muchos malos recuerdos, cosas que ya quedaron en el pasado, pero no dejan de ser parte de su mente.

Ahí dentro identifica un reloj y es cuando lo nota.

04:00 AM.

Ya es la madrugada y aún no había vuelto a la comodidad y seguridad de su casa, hace un sonidito con la boca en queja por el simple hecho de estar ahí y vuelve al silencio abrumador, ni siquiera tiene su celular cerca como para distraerse en lo que la enfermera vuelve con la supuesta doctora.

Ese silencio no dura mucho, ya que al poco tiempo la puerta de la habitación volvió a abrirse, por lo que la chica voltea y los ve ahí.

Baji es uno de ellos.

Es ahí cómo siente que le corazón vuelve a latirle con fuerza, no puede detener esa reacción y le molesta el no poder hacerlo.

El primero en acercarse es el chico de ojos azules que recordaba rubio, ahora tenía el cabello completamente oscuro, y aun así no perdida ese gesto amable que siempre tenía en su cara.

—¡Eliah! Pensé que jamás volvería a verte, un día te fuiste y después-... —se interrumpe a sí mismo su emoción al hablar se corta y se detiene, hasta ese momento ni la misma Eliah se había dado cuenta de que no tenía su suéter puesto.

No es hasta que Takemichi dirige su mirada a los brazos de la chica que ella misma se da cuenta del porqué se cayó, se siente incómoda y rápidamente cruza los brazos sin cuidado y por poco se arranca la intravenosa en su mano izquierda.

—Estas-...

—¿Qué hacen aquí? —pregunta la chica sin mirarlos, sabe que, aunque no se acercó lo suficiente Baji también le vio los brazos.

—Te desmayaste a mitad de tu pequeña huida, no te íbamos a dejar tirada ahí, ni sola aquí. —esta vez fue él quien hablo.

—Bueno, no era necesario que se quedaran, hicieron suficiente con dejarme aquí. —replica la chica.

4 AM | Baji Keisuke.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora