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El ambiente en la casa se había hecho más pesado desde lo sucedido, el incómodo silencio consumía cada atisbo de tranquilidad que se hiciera presente. Todavia quedaba rastro de los golpes en mi espalda, ya no dolían tanto pero aún así me era imposible no olvidar aquello, lo mucho que supliqué en silenciosos murmuros volver el tiempo atrás o que simplemente se detuviera, tristemente mis plegarias no fueron escuchadas.

No quería ir a clases hoy, pero no podía permitirme cometer otro error como aquel. No deseaba sacar a flote la ira enmascarada de mi padre y, quién sabe, tal vez podría terminar peor.

Salí de casa y rápidamente me dirijí a la tienda de conveniencia, entré y fuí al puesto de sandwiches, tomé dos de huevo con mayonesa y otro de salmón picante; tomé dos jugos de mango y finalmente pagué.

Al salir, divisé no muy lejos a Bakugo así que decidí acercarme. Hoy quería despejarme, y pasar tiempo con él me ayuda en cierta manera.

- ¡Buenos días!- dije alegremente acercándome a él.

- ¿Que quieres?- tenía las manos en los bolsillos del pantalón y emanaba un aura relajada.

- Nada, nada. Voy a la academia, al igual que tú. Te recuerdo que vivimos relativamente cerca así que tomamos el mismo camino.

Solo emitió un notable gruñido, sin embargo no me apartó de él y eso me alegró un poco.

- Toma- le ofrecí el sándwich de salmón pues sabía que le gustaba el picante.

Lo tomó dudosamente, y luego tomó el jugo que le ofrecí. Me miraba como si hubiera hecho algo raro ¿Acaso no le gusta que le den cosas? Yo estaría encantada si alguien me regala comida.

- ¿Qué tienes? Esta amabilidad repentina me da náuseas.

- Sólo come, no preguntes.

Tomé mi sándwich de huevo y le dí un gran mordisco, no hay manera de cómo expresar cuán delicioso es, el toque salado y ácido de la mayonesa hace juego con la pimienta y el huevo es tan suave que parece derretirse en la boca. Sin duda es mi sándwich favorito.

- Deja de hacer muecas cada vez que das un mordisco, te ves horrible - su gesto de desagrado no hizo más que causarme gracia. - Estás loca.

- Solo tienes envidia porque yo si disfruto la comida. Lo entiendo- acomodé un mechón rebelde tras mi oreja. - Me compadezco de ti.

- Cierra el pico y come.

- ¿Qué te parece? ¿Te gusta?

El sonido de nuestros pasos se oía en todo el lugar, la calle estaba sola, era un hermoso día soleado y la suave brisa refrescaba el ambiente, Bakugo masticaba con suprema concentración y por un momento me arrepentí de querer iniciar una conversación. Unos segundos después me miró de reojo, tenía el ceño fruncido, como si algo le molestase, aunque esa era su naturaleza.

- El salmón picante tiene buen sabor, no está mal- su áspera voz sonaba más baja de lo normal, se encontraba tan tranquilo que sólo me quedé mirándolo por unos largos segundos.

Me dí el tiempo de analizar cada uno de sus rasgos mientras terminaba de comer. Su tersa y blanquecina piel similar a la cerámica más fina y lujosa que hay, sus largas y rubias pestañas, cada pestañear imitaba el aleteo de una hermosa mariposa; su cabello cenizo despeinado, sus bonitos labios y la forma tan bonita de sus ojos. Él tenía rasgos tan finos y masculinos que parecían tallados por angeles ¿Cómo es posible que exista una persona así de hermosa? Su aspecto relajado lo hacía aún más atractivo y el suave masticar no hacía más que provocarme hambre.

- ¿Que mierda miras? Maldita loca- su expresión confusa no hizo más que aumentar los acelerados latidos que mi corazón producía.

- Eres lindo Bakugo...

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⏰ Última actualización: Jan 13 ⏰

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Friday at Night | Bakugo KatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora