UNA PISTA MALIGNA

5 1 0
                                    

     Cuando llegué al hotel, empecé a escuchar sonidos raros, como si algo estuviera siendo poseído en la habitación de María y Castro. Cuando llegué a nuestro piso, se fue la luz del edificio, lo cual me produjo un escalofrío. Encendí la linterna y vi pasar alguna sombra como las que había en la casa de Valentín, y tuve otro escalofrío. Algo me tocó la espalda, pero no reaccioné con un puñetazo, tenía más miedo que otras veces. No se como explicarlo, pero era un escenario en el que me sentía fatal, me encontraba mal, estaba mareado, sudando. Unas sombras me daban vueltas mientras no veía nada, y por si eso fuera poco, empezaron a hablarme.

-¿Qué te pasa Jaime?¿Chocolate o crema Jaime?¿Jaime?

Recordar esa situación me cabreó tanto que encendí mi parte racional y abrí la puerta de la habitación de Castro y María.

Nada.

No estaban ni mis amigos, ni la cama, ni el armario, ni tan siquiera la luz, era como un espacio vacío que me daba muchos escalofríos, por eso cerré la puerta de un portazo. Aun así seguía escuchando sonidos raros dentro, pero finalmente pensé que sería fruto de mi imaginación, como las frases de las sombras, y me fui a mi habitación con el fin de descansar.

Al abrir la puerta vi que nuestra amiga estaba convertida en una sombra, mientras se duplicaba como hacen las células, separándose unas de otras. La luz estaba apagada y la persiana bajada, para que nadie nos pudiera ver. De pronto se cerró la puerta a mi espalda y me quedé arrinconado con Castro.

-Ahora acabaré con vosotros, sin que nadie se entere.-Dijo la sombra que en algún momento fue nuestra amiga.

-¿Qué has hecho María?-Pregunté asustado.

-No lo sé.-Dijo la sombra con la voz de María.

-No está del todo poseída, aun queda un poco de libro, pero se está metiendo en ella para poseerla y que acabe con nosotros, tenemos que sacar lo que tenga dentro.-Dijo Castro con la voz temblando.

-¿Y cómo lo hacemos?

-¿Te acuerdas de Diego?Había un montón de réplicas suyas, cuando las matabas el Diego verdadero seguía vivo, pero cuando matabas al Diego verdadero todas se morían.-Contestó Castro.

-Ve al grano.-Dije, las sombras nos empezaban a envolver.

-Tu límpiame el paso, no pierdas de vista a la Maria de verdad para no dañarla, ten.-Castro me dio una palanca, una de las que íbamos a llevar a casa de Valentín.

No entendí lo que me dijo, creo que él tampoco sabía lo que quería hacer, pero confié en él y me puse a abrir paso. Las sombras me iban envolviendo mientras les pegaba palancazos, pero antes de pegarle a una, tuve que parar.

-¡CASTRO! ¡María está aquí!

-Castro vino corriendo y se abalanzó donde María.

-María, soy Castro, soy Castro María, soy yo, para todo esto.-Le dijo desesperadamente.

-Me da igual quien seas, voy a acabar contigo.-Le respondió la voz maligna.

-No María, despierta, solo estás poseída por algo que no se ni lo que es, por favor vuelve.-Dijo Castro muy nervioso, María le estaba atacando.

Mientras todo esto pasaba y yo me defendía de las infinitas sombras réplica de María, me puse a reflexionar sobre la comparación de Castro con los Diego. Me di cuenta de que habíamos matado a Diego y el otro día me lo había encontrado en el techo de mi habitación. Esto podría ser por dos cosas. Podría haber sido que Valentín lo hubiese reparado o que Diego fuera inmortal como él mismo nos dijo.

-María de verdad, reflexiona por favor, vuelve María, vuelve.-Decía Castro dolido.

-No pienso hacerlo. Eh Jaime.-Le miré.-Mira lo que hace la guarra de tu amiga.

María cogió a Castro del cuello y comenzó a hacer fuerza para estrangular la. Según vi esa escena me acerqué a toda velocidad con la palanca y la conecté con su cabeza. Después de un golpe de metal seco, la sombra María se desplomó, y todas las réplicas desaparecieron. Nos quedamos Castro, la sombra María y yo.

-¿Qué cojones haces?-Me preguntó Castro mientras tosía.-¿La has matado?

-Sí, pero solo por un tiempo. Diego nos dijo que era inmortal, así que María también lo será.

-Ah bueno, luego pensamos eso, ayúdame, no puedo respirar.-Contestó con desinterés en el tema.

Castro estaba realmente mal, pero como iba a llamar a una ambulancia? Esta vez no había excusa. Me acordé que en bachillerato cogí una asignatura llamada "primeros auxilios". Ahí aprendí a hacer el boca a boca, y viendo la gravedad de Castro, tuve que hacerlo. Empecé a soplar dentro de su boca mientras notaba que sus pulmones iban cobrando vida. Cuando estaba a punto de finalizar, noté que alguien nos estaba observando.

-Jaime ¿qué hostias estás haciendo?-Me preguntó María aturdida.

Castro y yo levantamos la mirada rápidamente para verla, y me susurró que ya me podía apartar.

-Te tenemos que contar lo que ha pasado.-Dijo Castro algo ahogado.

Le estuvimos contando lo que había pasado, pero cuando nos quisimos dar cuenta eran las 18:12. Valentín ya habría llegado a su casa y había que retrasar un día más la misión.

Nos dimos cuenta de que Maria ahora tenia los dos brazos negros. Cada vez que tenía más partes de ese color, el libro disminuía. El libro se había reducido casi a la mitad en tan solo dos días. Esto quería decir que para el cuarto día, María estaría del todo poseída por el libro. Teníamos dos días más para entrar en el laboratorio de Valentín y no solo quemarlo, sino que también encontrar algo que pudiera sacar al libro de dentro de María. Es por eso que nos tocó esperar al siguiente día para hacer el mismo plan, pero con una variación. Para que María no pudiera atacarnos nuevamente, la ataríamos a la cama con cadenas y todo tipo de cuerdas, era la única forma de salvarla por muy irónico que pareciera.

Llegó el siguiente día, y volví a trabajar con una idea en mente de lo que haría después. En el camino de vuelta me puse a pensar sobre lo que me encontraría al llegar al hotel. No confiaba mucho en la idea, atar a un fantasma con poderes sobrenaturales a una cama no parecía ser muy útil. Por eso subí con mucho miedo y nervios, esperando que podía hacer para defenderme de las réplicas de María. Lleno de escalofríos, abrí la puerta con la mano que me temblaba, y al abrirla...

TRAZANDO LA ECUACIÓN DEL MIEDO [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora