6. La fiesta

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Desde pequeña he sido fanática de las fiestas, algo que mi madre me ha prohibido varias veces y yo me las he ingeniado para ir. Ahora que ella no está de vigía aprovecho para salir por primera vez sin escaparme. Al bajarnos del carro observé a varios chicos lindos en la fiesta, muchos de ellos nos quedaron observando con deseo. Mari y yo entramos a la casa, había trago por doquier y varias personas bailando, algunos fumaban y tomaban. La verdad nunca he probado el cigarro y no lo quiero probar jamás, por mi madre. Mari y yo cogimos un vaso con alcohol y nos adentramos en la fiesta. Probé el trago y sabía amargo, igual me lo tomé de una y cogí más del mismo.

Mari me quedó viendo sorprendida, ambas reímos y nos acercamos al grupo de chicos populares del colegio.

—Marco, ¿por qué no me has presentado a estas dos bellezas? —dijo un chico alto de tez blanca, cabello largo, liso y rubio y de ojos azules—. Me presento —extendió su mano y nosotras la agarramos. —Él nos introdujo en el grupo de seis—. Yo me llamo Lucas y todos nosotros nacimos el mismo día, pero en distintos meses y algunos en distintos años, por eso nos llaman los populares del 28. Hace unos meses se nos fueron dos, pero ansiamos que vuelvan algún día. Marco, Ricky y yo estamos en 11 —señaló a los dos que estaban a cada lado de él. Marco, a su izquierda, es el hermano de Tatiana. Él es un poco más bajo que Lucas, tenía pecas por todo el cuerpo, tez blanca y ojos negros al igual que su cabello crespo y corto. Ricky, a su derecha, era el más alto, tez morena, cabello afro y negro y tenía puestas gafas azules que combinaban con sus ojos grises.
—Lucas, aquí traje las fuertes —dijo una voz conocida que me trajo escalofríos al cuerpo. Lentamente giré mi cuerpo. Un chico moreno con barba cuidada de color negro, cabello rasta largo color naranja brillante recogido con un moño y ojos verdes. Cristian.
—Aquellos que vinieron son Cristian, Malroy y Tomás —dijo Lucas agarrando uno de los vasos que trajeron, Marco y Ricky también agarraron uno. Volteó hacia mí—. Miren quién se apareció, parece que me persigue —se me acercó—. Lucy, ¿todavía no olvidas nuestros momentos? —dijo. Mariana quería protegerme, pero la aparté.
—Mira, uno nunca olvida el daño que tanto le hicieron —le dije y le mostré la cicatriz debajo de mi brazo—. Da gracias que estamos en una fiesta y me la quiero pasar bien, porque si no, ya estuvieras metido en el infierno mismo —dicho esto me alejé.

Junto a Mariana nos acercamos a la pista de baile, que estaba en la sala, un lugar amplio, con luces de colores iluminándola, cuatro mesas redondas con seis sillas en cada una en los lados de la sala y un dj al fondo con su mixer. Al entrar vimos a varios chicos bailar con sus parejas y a otros sentados bebiendo. Mariana me indicó con la mirada que quería bailar con uno así que se apartó, yo estaba buscando y ahí estaba. Cogí otro vaso con licor y me lo volví a tomar de un sorbo. Era raro porque aún no me hacía efecto, me sentí en perfectas condiciones y caminaba bien, como en la fiesta organizada por Oliver la semana pasada. Seguí caminando y volví a tomar del mismo trago cuatro veces. En ese momento Oliver se me acercó.

—¿Te quieres atragantar con la bebida? —me dijo y sonrió—. ¿Quieres bailar? Te prometo que no seré como aquel patán —dijo con sutileza y malicia, y me ofreció su mano. Me tomó unos segundos, pero acepté.
—Descuida —le dije con mirada seductora—. Aún pienso en los besos que me diste en tu casa —sonreí al verlo sonreír.

Justo empezaba la canción Eres mía de Romeo Santos y Oliver me acerca a la pista de baile. Con su mano derecha me agarra la cintura y me pega a él, con la otra me agarra la mano derecha.

—Sigue el sonido de la música —me dijo con una voz seductora cerca de mi oído.

El nerviosismo se me disparó, le agarro la cintura y empezamos a bailar. Le observé los labios, él me miró a los ojos y yo le devolví la mirada. Su seducción era fuerte, me sentía excitada al tenerlo tan de cerca y mis ganas de besarlo se hicieron más notorias. Se me acercó al oído y me cantó, «baby your heart is mine, and you'll love me forever». Mis latidos empezaron a incrementarse y mi respiración se hizo más profunda, por un momento observé a Cristian, al otro miré a Oliver. Traté de separarme, pero él no me soltaba. Empecé a percibir todo borroso y girando y lo escuché suspirar. Terminada la canción me soltó, yo trastabillé al no poder sostenerme y Oliver me agarró la espalda conduciéndome hacia afuera.

Manchas de curiosidad [Égida de las sombras #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora