Capitulo 6

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Me desperté por el curioso daño que me hacía la espalda, como si estuviera encima de una roca.


Me froto los ojos, intentando deshacerme de los restos de máscara de pestañas sobre estos, o de toda la cara, quien sabe.


Noto como algo puntiagudo se me clava en la espalda, y entonces me doy cuenta. Me doy cuenta de que he dormido en las escaleras para subir a la cama.


Maldiciéndome y con un dolor de espalda increíble trato de levantarme, a lo que mis piernas y cabeza reaccionan, mareándome, haciéndome tropezar y casi caer.


Me pongo las manos en la cabeza, notando como me iba a explotar. Beber tanto no era bueno, y más si no habías bebido en tanto tiempo y encima lo mezclabas con cigarros.


Recuerdo vagamente como Lucas me acompañó a casa, como Mario se tiró por nuestra calle haciendo la croqueta y como Leo lo imitó. Me despedí de ellos con un abrazo y de Lucas con un beso en la mejilla.


Oh, oh. ¿No pasó nada verdad?


Me acuerdo de que me riñó por haber bebido demasiado y de que Leo y Mario le habían dicho que era un aburrido, también me acuerdo de que me sujeto durante todo el camino a casa, con su mano en mi cintura y yo rodeando su brazo.


Cuando llegué a casa le di un beso en la mejilla a modo de agradecimiento y me fui, eso había pasado.


No lo sabes, no mientas.


Si que lo sé, eso pasó.


No volví a ver a Adrián ni tampoco, gracias a Dios, al chico rubio, ¿cómo se llamaba?


¿Edgar? ¿Emilio? ¿Emmanuel?


Enzo.


¡ESO! Que nombre tan raro...


Tiene su toque...


Da igual, ¿quién se cree que es para meterse en mi vida privada? No le incumbía para nada si yo surfeaba o no o la dichosa nostalgia en mis ojos. ¿Qué era psicólogo y tenía que psicoanalizarme para unas pruebas?


Después de ese momento no lo volví a ver, no sé si se fue o simplemente no me lo encontré otra vez, me daba igual.


Luego de reflexionar sobre esta noche e intentar mantenerme en pie, me dispongo a buscar mi móvil desaparecido en combate.


Bajo los escalones torpemente y cojo la riñonera, tirada en el suelo y la abro para ahora coger mi teléfono, por fin.


Me quito rápidamente el top y los pantalones de anoche para coger del armario una camisa ancha para estar más cómoda, como la camisa me llega casi a las rodillas no me molesto en ponerme pantalones.


A estas horas seguramente mi padre ya estaría por ahí, así que baje con el pelo alborotado y con el rímel en las ojeras, me daba bastante igual.


Me dirigía a la cocina para coger una botella de agua que necesitaba con desesperación cuando oí unas voces sospechosas. Eran las 2 de la tarde así que me parecía raro que mi padre no se hubiese ido a comer un sábado, pero bajo igualmente.


-Buenos días.- alcanzo a decir, con la voz algo ronca, mientras me dirijo a la cocina a trompicones.


-¡Némesis! Ven te quiero presentar a alguien.- su voz me retumba en el fondo de la cabeza, provocando que mi dolor aumentara.


Bajo la superficieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora