Capítulo 3

71 4 43
                                    

Tsukuyo fumaba su pipa en el balcón de su habitación, en cuanto había quedado sola. Sus ojos mirando al cielo, aunque verdaderamente su vista estaba perdida en el interior de sus recientes recuerdos. Todavía le costaba asimilar que lo que había sucedido la noche anterior con Gintoki había sido real, bien podía haber sido un sueño vívido. Pero no, de verdad había pasado la noche con él, una noche increíblemente caliente y romántica por igual, lejos de lo que cualquiera de los dos hubiera imaginado que podría suceder. Y lo que era más, el despertar temprano en la mañana del nuevo día había sido inolvidable para ella.

Nunca antes había amanecido tan calentita y con una sensación de seguridad y felicidad, al encontrarse con un hombre a su lado. Sin moverse demasiado durante la noche en el futón, los dos se habían despertado acurrucados el uno contra el otro. Por primera vez podía admirar de primera mano una expresión completamente relajada en Gintoki, parecía un hombre mucho más inocente de lo que era, tanto en el sentido de amante como el de guerrero. No podía decir que era lo más atractivo verlo con un hilo de baba en la almohada, y quizás el aliento que echaba sobre ella no tampoco lo era, pero estaba bien, era humano, era él.

Ella era una mujer de excelente memoria visual, pero además pudo comprobar su fina memoria sensitiva, al evocar en sus recuerdos con suma precisión no sólo los apasionados toques y sensaciones de la noche, sino los de esa mañana. Cómo el samurái la había mirado adormilado, con una tonta y satisfecha sonrisa en su rostro. Cómo unos minutos después la había abrazado con más firmeza, y la había besado en los labios y acariciado como si fuese lo más habitual para ellos. Y cómo no se había contentado con eso, y la había besado en todo su cuerpo, para complacerla hasta dejarla temblando de placer una vez más. No habían intimado más que eso, Gintoki insistió en que iba a respetar el darle el "descanso" de un día, y acto siguiente se levantó del futón y se vistió, para volver a Kabuki-cho y desayunar con Kagura como era costumbre.

El cambio de su estado de relación con él, no iba a quedar en secreto por mucho. Su astuta amiga cupido, Hinowa, supo leer al instante a los dos amantes sin que dijeran una palabra. Al peliplateado no hizo más que dedicarle una dulce y agradecida sonrisa al despedirlo, en cambio con ella fue mucho más locuaz, ni bien bajó y se encontró con la oiran.

- Qué bonita mañana, ¿verdad? ¿Cómo te encuentras, Tsukuyo?

- Bien, ¿y tú, Hinowa?

- Muy bien. Feliz por ti.

- ¿Por mí? –Repitió, su inconsciente traicionándola al instante con un fuerte sonrojo al rememorar los motivos que habría detrás de felicidad extendida.

- Sí, por ti. Me alegra mucho que puedas estar con el hombre que amas, y que él cuide bien de ti, es un buen hombre, aunque no le guste oírlo.

- ¿Y-y tú como sabes lo que pasó? –Inquirió nerviosa la rubia, ¡¿acaso Gintoki había abierto la boca?!

- Te conozco tan bien que me basta con verte. Con verlos a los dos, de hecho. La luz llegó a algo más que sus ojos esta mañana.

- Ah... –La ninja hizo la mirada a un lado, un poco avergonzada, pero no tenía sentido negarlo– Bueno, sí, parece que estamos empezando algo. No sé bien todavía qué, o si las cosas que Gintoki me dijo anoche fueron honestas y piensa mantenerlas, así que no quiero pensar demasiado en eso.

- Tsukuyo, ten esperanza –La animó Hinowa– Gin-san tendrá sus defectos, pero ninguno de ellos es faltar a su palabra, él es el más serio con eso. Quizás lo que queda por ver es cómo lo hará, pero ten por seguro que, si él te dijo que iba a estar a tu lado, eso hará.

- No dijo algo así.

- ¿No lo hizo? –Preguntó Hinowa, con una sonrisita en los labios– Tal vez no con esas palabras, pero si va a volver esta noche, y con lo que imagino que sucedió entre ustedes, la intención es similar, quiere estar contigo, sólo dale tiempo.

El sake sabe mejor de los labios que de la copaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora