Desconocía que era lo que Dante me quería contar, sin embargo lo seguí en dirrección a la librería, la campanita sonó detrás nuestro, como ya le era costumbre.
Una gran sala nos recibió, en la que personas de diferentes edades leían o estudiaban con ayuda de alguno de los libros que se encontraban en el lugar, a unos pocos pasos de mí Dante se adentraba a un inmenso laberinto formado por los grandes estantes repletos de libros.
Obviamente lo sigo como una loca tratando de no perderle el paso, hasta que se detuvo en medio de aquel laberinto de estantes dónde no se divisaba más que libros.
Me encuentro sofocada y respirando aceleradamente, sin dudas tengo que empezar a ejercitarme no puede ser posible que me canse tan fácil cuando Dante parece fresco como una lechuga.
— ¿Estás bien?
—Claro que sí— respondo batiendo la mano y forzando una sonrisa para ocultar mi evidente cansancio—, ¿Por qué me traes aquí?¿Qué es lo que tienes que contarme Dante?
Bien sin rodeos, demuestra quien manda.
La expresión de Dante se oscurece de momento y como por arte de magia vuelve a iluminarse mientras comienza a hablar.
—¿Hasta qué punto has leído mi libro?
¡E aquí la mayor ignorada del mundo, si señores acaba de pasar por alto mi pregunta y ahora me interroga, fantástico!. Una mueca se forma en mis labios y pese a la confusión respondo.
— Lo último que leí fue desde la perspectiva del berdugo dónde el se da cuenta que Alana no lo am...—Dante me detiene posicionando su dedo índice sobre mis labios para así callarme, por supuesto que quiero protestar pero estoy más concentrada en el suave toque que mantiene sobre mis labios.
— Si es así te deberías haber dado cuenta de tu parecido con Alana— su fría voz colisiona contra mi cara que cada vez se encuentra más cerca de la suya—, y es justamente de eso de lo que quería hablarle.
Un intenso escalofrío recorre mi espalda para mantenerme erguida mientras mis ojos se encuentran con los suyos, vuelvo a sentir ese miedo inestable que sentí la primera vez que lo ví. Sus profundos ojos negros recorren mi cara hasta detenerse en mis labios mientras los suyos pronunciaban las palabras que me dejaron sin habla.
—Quiero que seas mi musa Keira Mitchell.
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El lapsus mental en el que entro durante— espero unos breves minutos— me permite ver al personaje que tengo delante mío, el mismo que me acaba de proponer algo tan espeluznante y seductor a la vez que mi mente entra en un dilema entre lo bueno y lo malo de sus palabras, y sobre todo viniendo de alguien del que se tan poco.
Mis pensamientos son solo interrumpidos por el toque frío de sus dedos, los cuales comienzan a tocar mis labios suavemente como si tocara algo desconocido que quisiera explorar, su respiración se hace cada vez más rápida haciéndola audible a mis oídos y sus oscuros ojos que se me hacen difíciles de leer pues solo veo oscuridad o algo de chispa de vez en cuando, repentinamente se transforman en algo diferente como esperanza con una pisca de deseo y es justamente eso lo que me hace salir de ese prolongado trance del que salgo sujetando la mano que mantiene contacto con mis labios.
Rodeo fuertemente su muñeca, esta se tensa al sentir mi tacto y en un movimiento brusco Dante rompe el contacto entre nosotros y retrocede inmediatamente, lo suficiente como para que su espalda choque con el estante de libros opuesto a mi.
Luce algo nervioso pero no es algo que me importe en este momento, pues una duda atormenta mi mente, algo mucho más fuerte que el interés que sentí hace unas horas por conocer más al autor de los increíbles "Relatos para Alana", y es la incertidumbre de no saber quién es Dante realmente y sobre todo que intenciones tiene conmigo.
Pero talvez solo esté exagerando, talvez solo mantiene un mínimo interés hacia mi debido a mi parecido con Alana y solo por eso me hizo la extraña propuesta que marcó la duda en mi mente hace unos segundos. Porsupuesto no me pienso quedar callada así que decido acallar mis pensamientos hablando con el hombre que está delante mío.
—Antes de todo, necesito que seas más claro Dante— digo manteniéndome lo más seria posible—, no sé que ideas tengas de mi pero...
—No, no tengo ideas de ti, solo me precipité, no debí decirte nada, ni tampoco hacer lo que hice, lo siento Keira, espero puedas perdonarme.
Sus palabras aunque frías demuestran lo apenado que está por la situación y sin más se va dejándome en un vaivén de preguntas y dudas que siguen rondando mi cabeza y por lo que veo ahora no obtendré ninguna respuesta, no por parte de Dante.
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Relatos para Alana
Mystery / ThrillerKeira Mitchell, una joven talentosa con un futuro prometedor. Su vida daría un giro inesperado al ser despedida del trabajo de sus sueños. La vida de Keira parecía no tener ningún sentido en ese momento tan injusto, pero decide no enfocarse solo en...