ADVERTENCIA: La siguiente lectura abarca temas que pueden ser sensibles para el usuario. Intento de asesinato, violencia. Se recomienda leer con precaución.
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Vin era una máquina, pero sentía temor, algo sucedía y ni siquiera su joven genio creador tenía idea de lo que era.
Él estaba agradecido por conocer el mundo, tener la oportunidad de hablar con las personas y que lo trataran como a uno de los suyos.
Se dió cuenta demasiado rápido que se había equivocado. Ellos lo trataban como a uno de los suyos, pues pensaban que él era como ellos, un humano. Así que cuando se hizo pública su identidad, su entorno empezó a cambiar.
Aquellos que lo consideraban un compañero de clase, fruncían sus ceños cuando les tocaba compartir asiento con él, explicando que él no tenía porqué estar en clase cuando ya sabía todo.
Pero Vin no sabía todo, había algo que ellos tenían que a él le faltaba, y gracias a Edward es que era consciente de ello.
El sentir.
Desde su fabricación, Vin siempre fue malo para sentir, incluso cuando Edward pasó semanas atrapado en el último ejercicio, el del cable eléctrico, Vin no podía fingir que entendía lo que era sentir miedo.
Fue cuando Edward lo miró con decepción y derrota, pensando que quizás no era posible que él pudiera sentir, que Vin comprendió el temor. Estaba aterrado de que Edward se rindiera, de decepcionarlo y de tal vez nunca ser capaz de cruzar la línea entre los seres vivos y él.
Vin desarrolló el temor de manera empírica, y abrazó su primera emoción como el mayor logro de su existencia. Nunca pensó que sería el único.
Vin entendía la tristeza, las lágrimas que caían por el rostro de Edward a altas horas de la noche, que parecían acabarse cuando Vin las limpiaba, llenas de melancolía.
Pero Vin no sentía tristeza.
Entendía la alegría, como cuando Eliza terminó de dar su exposición y William le sonrió desde el fondo de su corazón, lleno de algarabía.
Pero Vin no sentía alegría.
Entendía la envidia, que sutil se colaba por la máscara de piedra de Eliza que deseaba con todo su ser cambiar de cuerpos con Edward, como si pudiera ser posible.
Pero Vin no sentía envidia.
Y un sinnúmero de emociones más que quería tener, no las tenía y le aterraba la idea de no poder tenerlas jamás.
Y ahora, le aterraba que su tiempo se estuviera acabando, que algún día, no lograría recobrar la consciencia y Edward lo dejaría conservado dentro de su vitrina, como un experimento desechado.
Así que fue hacia la única persona que podía competir contra el genio de Edward. El otro lado de la moneda, la directora Danford.
["Quiero que me reprograme emociones, por favor"] - le pidió, recibiendo en respuesta una ceja alzada.
["Ya no puedo hacer eso, Vin. Perdí el collar"] - le respondió, volviendo la mirada hacia sus documentos.
["Fluorita y cuarzo blanco eran sus componentes, puedo hacerle uno nuevo, solo prometa que lo usara conmigo y nadie más"]
La directora suspiró. - ["Aunque suena tentador, no funcionaría, Vin. Solo funciona en humanos"]
["Funciona en cualquiera que tenga consciencia, verdad? Yo tengo-"]
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SINCERIDAD «Kevedd»
Fanfic["Tengo que admitir... Que me junto con retrasados"] - Edward Marion Edward Marion -16 años- ha sido escogido por La Real Escuela de Tres Lenguas, un prestigiosa universidad en Francia, para una beca universitaria. Pero si acepta, tendrá que dejar P...