𝔓𝔯ó𝔩𝔬𝔤𝔬.

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Una adolescente pelinegra entra al cuarto compartido, ve como en su cama estaba toda su ropa rasgada o quemada

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Una adolescente pelinegra entra al cuarto compartido, ve como en su cama estaba toda su ropa rasgada o quemada.

Suspira frustrada.

-¿Vas a irte de este lugar? - preguntó un joven pelinegro.

Ríe recogiendo la ropa. -Me voy de este orfanato, tomó todas mis cosas... Que por cierto, ahora solo tengo lo que llevó puesto. ¿Y luego qué? ¿Me convierto en una indigente?

Rueda los ojos. -Sabes perfectamente que no te volverías una indigente, puedes...

-No voy a buscarlos, ellos me abandonaron y estoy muy segura que están muertos.

Se sienta en su cama y ve la ventana qué estaba enfrente de ella, esa tarde estaba lloviendo. No era extraño, pues en Londres había veces que las tardes eran así.

El joven pelinegro se sienta alado de ella, quisiera abrazarla cuando ve cómo limpia furiosa la primera lágrima en salir. No puede hacer nada, como odiaba ser un fantasma.

-Ellos intentan qué los veas. Para que los conozcas y te digan por qué...

-No quiero verlos, no quiero conocerlos... -niega con la cabeza intentando que no salgan las lágrimas. -No me interesa porque hicieron lo que hicieron, simplemente no quiero saber nada de ellos... Contigo no tengo opción, no puedo deshacerme de ti.

Ríe divertido. -Como si quisieras deshacerte de mí, me adoras niña.

Lo ve con una sonrisa. -Me agradas... Y por eso me ayudarás a vengarme, tengo un plan...

-Déjame adivinar... Yo vigilo mientras tú haces todo el trabajo.

Alza los hombros. -Mi plan era vigilar yo y tú haces todo el trabajo, pero como el día de hoy sigues siendo un fantasma, qué no puede tocar nada pues... Te toca vigilar.

El de ojos grises la ve indignado. -Eso es muy cruel niña, ten respeto, soy mayor que tú.

Suelta una carcajada mientras se pone de pie. -No puedes decir eso cuando te ves de 16 años.

Camina hasta ponerse a su lado. -Aunque no lo creas cuando morí era más grande.

-Claro... Déjame adivinar, ¿tenías 17 años?

Entrecierra los ojos. -18 años mocosa.

La pelinegra suelta una gran carcajada. A decir verdad, ella amaba tenerlo a su lado.

Recuerda la primera vez que apareció mientras ella lloraba, porque unas niñas la habían golpeado y llamado fenómeno.

Recuerda que él la tranquilizó y le dijo que ser un fenómeno estaba bien, desde esa primera vez que apareció no pudo volver a irse.

Y ella lo agradecía cada día que lo veía y reía con ella, por otro lado, él veía con una sonrisa a la pelinegra.

Él solo quería verla feliz y sin preocupaciones, claro que como era un fantasma no podía abrazarla cuando lloraba o cuando era su cumpleaños.

Pero eso no importaba, pues siempre la protegía a su modo y siempre le advertía si algún fantasma o sombra era bueno o malo y si tenía una buena intención.

Pues al ser fantasma tenía ciertas ventajas como investigarlos e informarle a la pelinegra antes de que hiciera algo.

-¡Wanda ya vienen las huecas y su grupo! - corrió traspasando la segunda pared para llegar al lado de una pelinegra muy concentrada. -Wanda, es mejor que dejes como está porque...

-Ya vienen... Solo necesito conectar este cable. Listo, vámonos.

Salieron casi corriendo y escondiéndose atrás de un mueble.

-Ahora qué fue lo que hiciste.

Sonríe divertida. -¿Recuerdas que Leila y su grupo en el cumpleaños de Erick se enojaron por todo el confeti de su cabello?

-Como olvidarlo, desde ese día está prohibido el confeti.

-Pues hoy no lo está, cuando pariente este botón. -alza su mano mostrando un pequeño control qué tenía un botón color rojo. -Me ganaré un mes limpiando los baños y los cuartos, pero esto lo vale.

Después de unos segundos, Wanda apretó el botón y escuchó cómo las y los adolescentes gritaban asustados.

La joven y el fantasma soltaron carcajadas muy fuertes cuando se abrió la puerta y todos tenían confeti en todo su cuerpo.

Wanda se sobresaltó cuando escuchó una tos falsa detrás de ella.

-Señorita Potter, está en serios problemas.

Como odiaba su apellido.

𝔘𝔫𝔞 𝔓𝔬𝔱𝔱𝔢𝔯 𝔇𝔦𝔣𝔢𝔯𝔢𝔫𝔱𝔢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora