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No hay día en el que no extrañe estar junto a mi amada reina a pesar de todo el tiempo que ha pasado desde que nos separamos la una de la otra por el bien de las dos. Durante estos dos años desde que acabaron con ella he estado ayudando a su hermana, Freya, la reina de las nieves, a preparar a sus cazadores con algunos de mis conocimientos, no les he enseñado todos por si tengo que enfrentarme a ellos, aunque ya me he enfrentado a todos y cada uno de ellos por separado y contra los mejores en grupo y he salido victoriosa. Mi humor ha cambiado a uno mucho más despiadado, mucho más frío, seco y serio, mi sed de fuerza sigue siendo la misma y tras la autorización de su majestad he podido consumir la fuerza de los más ineptos de sus hijos, como ella los llama al haber perdido a su amada hija, en todo este tiempo aún no sabe que en parte yo tengo que ver con lo que le pasó a la pequeña, pero es mejor así. 

Hace un año aproximadamente he decidido recorrerme todas las tierras en busca de algún indicio de mi amada Ravenna, siempre guiándome por mi colgante que se supone que comienza a moverse las líneas doradas y a brillar a medida que nos vamos acercando la una a la otra y también por su presencia mágica que aún sigue dentro de mí y espero poder liberarla por fin. He estado haciendo leves apariciones por el reino de Blancanieves para atormentarla y provocar ciertas alucinaciones gracias a unas hierbas alucinógenas que no hacen efecto en mí para volverla loca y hacer que desee fervientemente deshacerse del espejo por las veces que he podido subir gracias a las raíces que consigo levantar del suelo hasta la ventana de sus aposentos, es una pequeña venganza por lo que me ha hecho.

Ahora estoy de regreso al reino de Freya con la noticia del espejo, ya todos me conocen y conocen todas mis fechorías y lo que soy capaz de hacer salvo mi magia, es mejor así. Llego y voy lo más rápido que puedo al salón del trono donde está ella.

-Freya, lo encontré- digo una vez estoy cerca

-¿Has encontrado el espejo de mi hermana?- 

-Así es, lo tenía Blancanieves todo este tiempo, me he encargado de atormentarla para que desee deshacerse de él y lo van a trasladar al Santuario para que se quede ahí, puedo interceptar a los soldados y traer el espejo- le sugiero

-Espera, seguro que se van a  desviar e irán por otro camino y serán atacados por otras criaturas, es muy posible que por Goblins, lo más seguro es que manden a alguien fiel a la reina a por el espejo y llevarlo al Santuario, muy posiblemente Eric- ante ese nombre frunzo el ceño

-Cazador- digo en un gruñido- me gustaría encargarme de él, jugar con él para después acabar con él, puedo fingir que he recapacitado y ya no quiero pertenecer al bando en el que estamos y así traer el espejo junto con su cuerpo para que puedas hacer con él lo que quieras- sonrío con maldad ante mi idea

-Recuerdo tus grandes dotes de actriz, es buena idea, pero no irás sola, hay alguien más que quiere rendir cuentas con él- hace un gesto a un lado y aparece una joven delgada de cabello rojizo, ojos claros, piel blanca, muy bella, pero no tanto como mi reina- ella es Sara, la antigua amante de Eric, se atrevió a desobedecer la ley de no amar y se enamoró de Eric desde muy jóvenes, pero él la abandonó y se fue de aquí, ella les interceptará más adelante, ¿les parece bien?- nos mira a cada una

-Como gustes, mi reina- hace una reverencia la pelirroja y yo asiento con la cabeza

-Partiré de inmediato- la peliblanca asiente y yo me retiro a mis aposentos llenos de retratos de Ravenna desde diferentes puntos de vista según mis recuerdos de ella

Guardo en un zurrón todo lo necesario para una larga temporada, es decir, muchas armas no sólo escondidas en mi ropa, también en mí y en la montura del caballo, pero seguro que el cazador va a querer continuar sin caballos, por lo que mejor que esta última idea no, algunas cosas para dibujar y materiales para tallar y ya está todo listo, paso por las cocinas y me llevo algo de comida y también aprovecho y me llevo mi arco por fin terminado y las flechas que he hecho. Con todo listo me monto en mi corcel de pelaje azabache como la gran mayoría de mi melena, he conseguido tener el corte tal y como lo hizo Ravenna en su momento, pero ahora me han aparecido mechones blancos pero que tampoco están tan mal a decir verdad. Me pongo en marcha al reino de Blancanieves y como he apurado el paso no tardo tanto tiempo, sólo han sido unos tres o cuatro días maś o menos, al llegar me infiltro entre los aldeanos para escuchar lo que ha pasado últimamente y veo a lo lejos un pequeño escuadrón de soldados siguiendo a un joven, esos cabellos me suenan demasiado, sigo el grupo de soldados hasta llegar frente a un lago y para que no me vean subo a los árboles y veo frente a una pila de piedras al cazador, por cierto, junto a los soldados hay dos enanos. Escucho y efectivamente han decidido trasladar el espejo y no hay noticias del Santuario e intentan convencer a Eric de buscar el espejo pero se niega rotundamente, esta es la mía, cojo una piedra que tenía en la mano por si acaso y apunto justo donde está la mano del representante de la reina Blancanieves haciendo que todos se alarmen.

-Veo que no has seguido los pocos consejos que te di cuando tu padre pretendía enseñarte, muchacho- digo desde las alturas y él me ve con asombro, sonrío y bajo con agilidad haciendo que todos empuñen sus armas- hola, William-

Hasta que nos volvamos a ver Donde viven las historias. Descúbrelo ahora