Habían pasado meses desde la invasión Kraang que había dejado gran parte de Nueva York devastada. La ciudad había sido restaurada en mayor parte, o al menos, los edificios que habían sufrido la peor parte de la invasión ahora se encontraban en perfecto estado y funcionados con normalidad. Fue difícil, pero la rutina neoyorquina se fue reestableciendo nuevamente, pero con algunos cambios significativos.
Después de que cuatro tortugas mutantes fueran las responsables de salvar la ciudad, y al mundo en realidad, era inútil tratar de ocultar la existencia de seres como lo eran los yokais o mutantes. Sin mencionar de todas aquellas personas que habían tenido contacto con el mundo sobrenatural de la Ciudad Oculta antes, y ahora eran más que escuchados por la gente curiosa por la misteriosa ciudad.
En pocas palabras, la existencia de yokais y mutantes se había convertido en una especie de normalidad para los humanos, y aunque había ciertas asperezas entre especies, la intervención de los Hamato, el Consejo de la Ciudad Oculta y algunas figuras importantes humanas, se consiguió una especie de equilibrio para la convivencia de todos.
Aun así...
— ¡Creí que ya habíamos pasado por esto! ¿No tiene por qué ser tan malo? ¿Dejar el pasado atrás? — Leo podía jurar que era la centésima vez que tenían esta conversación. Y en realidad, tal vez lo era.
Desde que Leonardo había aceptado por completo la carga de ser el nuevo líder de sus hermanos, había expresado la necesidad de ayudar a todos aquellos mutantes que habían sido perjudicados por los oozekitos de Draxum, ya que tenían cierto grado de responsabilidad en ello.
Consiguieron que criminales como Hipno y Warren se establecieran mejor, dejaran atrás la peligrosa vida de crímenes y consiguieran empleos más dignos y similares a los que habían perdido tras haber sido afectados por el mutágeno. Aún estaban tratando de localizar a algunos mutantes de los cuales solo conocían por rumores, mientras que otros tantos se negaban a la ayuda que los Hamato brindaban.
Sinceramente, Leo no podía culparlos...
Tomaba mucho trabajo, esfuerzo y heridas conseguir que los mutantes consiguieran la aceptación de lo que les había pasado (y que lamentablemente seguía sin existir una cura, aunque Leo era consciente de que Draxum seguía trabajando en ello), y aún más, ayudarlos a establecerse en sus nuevas vidas.
Justo ahora, esquivando los escombros que los hermanos Bebop y Rocksteady les lanzaban, Leo se dio cuenta de que tal vez no había sido buena idea tratar de ayudar a un par de mutantes jabalí y rinoceronte, cuando ambos parecían tan inestables y afectados por sus cambios. La información que Donnie había recaudado sobre ellos indicaba que eran prácticamente nuevos.
— ¡Vamos chicos! Solo queremos ayudar. — Trato de razonar el Hamato de azul. Sus ninjatos seguían guardados en su espalda, así como las armas de sus hermanos. La orden había sido "dejen que se cansen y no causen daño.", pero difícilmente podrían continuar con ese plan conforme los dos mutantes perdían cada vez más la compostura, y el pequeño revuelto se convertía en un verdadero caos por los vehículos, postes y demás cosas que los tipos les arrojaban.
— ¡Cuidado! — Escucho gritar a Raph, y solo entonces Leo se percató por completo del panorama a su alrededor. Había demasiadas personas.
Por supuesto que la gente del exterior era lo suficientemente inconscientes como para pensar que cuatro tortugas mutantes que detuvieron una invasión alienígena que casi destruía la ciudad eran lo suficientemente rápidos y capaces para detener a dos criminales (lo cual si eran) sin que nadie saliera herido (ahí radicaba el verdadero problema).
Como si el tiempo se hubiera detenido por un instante, observo como Rocksteady había embestido una camioneta donde Donnie había aterrizado entre sus opciones de escape, con una fuerza tal que el vehículo había salido por los aires. Con horror, Leonardo noto como se dirigía con dirección a una pequeña niña humana que no debía pasar de los seis años, de espaldas al peligro inminente.
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Lo que sea necesario
AdventureTras casi un año de los eventos de la invasión Kraang, Leo y los demás pensaron que no podría existir una amenaza peor a la cual enfrentar. Pero todo cambia cuando un extraño guerrero místico invade uno de los portales de Leo, separandolo de sus her...