Capitulo 2. ¿Realidad?

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Sintió una horrible sensación de vértigo en la boca del estómago, la cabeza le daba vueltas, y al abrir los ojos todo se veía borroso. Contuvo una maldición cuando otro mareo lo invadió, con ambas manos sobre sus ojos, tomo un par de respiraciones, recuperando el sentido de realidad y consciencia.

Hacía mucho tiempo que no experimentaba esa sensación después de usar uno de sus portales... años realmente...

Al sentirse con mejor disposición para abrir los ojos, sintió que todo era... extraño. Por decir lo mínimo.

Las paredes a su alrededor eran completamente blancas, al igual que el suelo, e incluso lo que supuso que sería el cielo. No era un blanco cegador, y tampoco capto algún aroma en particular que fuera desagradable, o le diera indicios de medicamentos.

Contemplo la posibilidad de estar en una habitación o simulador raro de Donnie. No sería la primera ni última vez que su hermano lo usara como conejillo de indias para sus retorcidos experimentos, pero al comenzar a caminar, el panorama continuaba en la misma tonalidad nívea, y no existía tecnología lo suficientemente avanzada como para darle la seguridad de no estar dentro de un programa de computadora.

Al estar de pie en medio de lo que parecía ser un suburbio bajo de Nueva York, se detuvo un momento, mirando a su alrededor.

Todo carecía de color, podía confirmarlo a simple vista, analizo detenidamente sus propias manos, sus hombros, e incluso sus piernas y el lazo azulado de su máscara, notando que solo él parecía tener color en este lugar...

- Leo... - Esa voz... ¡Claro!

- ¿Mikey? - Recordaba haber escuchado la voz de su hermano menor cuando estaba viajando en su portal, pero eso era imposible. El menor debería haber estado compitiendo activamente con Donnie en esos momentos, e incluso si su hermanito había descubierto su habilidad de "manos místicas", aún era muy inexperto en ello como para conseguir colarse en su portal. Por no decir que la tortuga de lazo naranja no había creado otro portal desde que lo había salvado de la prisión dimensional.

Salió de su ensoñación sacudiendo la cabeza, concentrándose. Comenzando a ver a su alrededor, buscando a su hermano con la mirada, abierto a la posibilidad de que el menor y él terminaran colisionando y enviados a una dimensión extraño por el choque de portales.

- Leonardo... - Entonces miro hacia arriba, más específicamente, hacia la azotea del edificio que estaba frente a él. Una silueta pequeña con capucha le dio la bienvenida. A pesar de que el rostro estaba oculto por el manto beige oscuro, Leo pudo distinguir unas conocidas manchas anaranjadas en los muslos del sujeto.

- Mi... - Pero la tortuga encapuchada se alejó del borde del edificio, desapareciendo de la visión del de azul.

- Espera, ¡Mikey! - Cerciorándose de tener su par de ninjatos atados a su caparazón, comenzó a correr, siguiendo la única mancha de color en este extraño ambiente. Esquivo ágilmente basureros, automóviles y demás objetos varados alrededor, procurando no desconcentrarse por la escases de vida a su alrededor.

¿Desde cuándo Mikey es más rápido que él? No pudo evitar preguntarse, tratando de mantener a la vista al menor del Clan Hamato, tropezando de vez en cuando en la apresurada carrera.

Sin importar cuantas veces grito el nombre del menor, este nunca giro a verlo. Se volvió más complicado seguirlo por los callejones pálidos, por lo que en la primera oportunidad que tuvo, subió por las escaleras de emergencia de lo que parecía ser un complejo de apartamentos, y continúo persiguiendo al menor de azotea a azotea.

- Eso es todo... - Suspiro sin aliento, cansado de esta carrera sin sentido que no llevaba a ninguna parte. Alcanzando el mango de un ninjato atado a su caparazón, balanceo maestramente el arma, creando un portal justo delante de él, para salir justo frente al chico que huía desesperadamente de él.

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