Cuando la intensa luz se extinguió, permitiéndole a los presentes distinguir de nuevo el lugar en el que se encontraban, hubo un profundo silencio.
Frente a ellos las dos figuras que antes eran roca sólida iban convirtiéndose lentamente de nuevo en carne y hueso. Todos observaron cómo las siluetas de los dos ninjas más poderosos de la actualidad, el Séptimo Hokage y su compañero, el Hokage de las Sombras, volvían a la vida lentamente, recuperando el color incluso de sus ropas. Ambos hombres cayeron al suelo como peso muerto una vez liberados de la que había sido su prisión durante los últimos diez años.
Kakashi y Sakura fueron los primeros en reaccionar y se apresuraron a llegar donde ellos estaban. Al verlos, Menma y Minato tuvieron el impulso de seguirlos, pero Iruka los mantuvo en su lugar sujetándolos del hombro. Los dos chicos le dirigieron una mirada entre interrogante y desesperada, pero Umino no aflojó su agarre.
Al regresar su vista hacia donde estaban sus padres observaron como la pelirrosa inspeccionaba sus cuerpos inconscientes con total concentración, haciendo uso de su ninjutsu médico para evaluarlos. El Sexto se mantenía impasible a su lado, observando las figuras de sus antiguos estudiantes con ojos expectantes, esperando a que reaccionaran.
Shikamaru e Ino también miraban con atención, la mujer con las manos aferradas al pecho.
No tuvieron que echar raíces, ya que el rubio alfa pronto frunció el ceño y abrió los párpados con algo de esfuerzo, enfocando su mirada en el cielo del mismo color de sus ojos.
—Ugh, que alguien apague la luz...—murmuró con voz seca y ronca, sintiendo cómo la luz del día lastimaba sus sensibles pupilas por alguna razón, como si llevara mucho tiempo sin ver el sol.
Shikamaru suspiró y se llevó la mano a la frente con una sonrisa incrédula, aliviado de que el plan hubiera funcionado. También se escuchó un sollozo proveniente de la ninja médico, que no pudo resistirse a lanzarse a abrazar a Naruto mientras este intentaba incorporarse.
— ¡P-Pedazo de idiota! —sollozó, apretándolo con fuerza.
— ¿Sakura-chan? —musitó aturdido.
Kakashi sonrió bajo su máscara sintiendo cómo sus ojos se llenaban de lágrimas que no llegaron a resbalarse por sus mejillas y contempló a sus chicos, reunidos después de tanto.
— ¡No pueden volvernos a hacer esto, ¿me oyes?! —hipó, sin poder controlar su llanto, pero soltando su agarre para poder verlo.
Naruto estaba tal y como lo recordaba. Sus ojos, su cabello... Lo único que faltaba era la radiante sonrisa que casi siempre decoraba su rostro.
A su lado, el peliplata se arrodilló, encarando al rubio.
—Naruto. —intentó mantener la voz firme y que esta no se le quebrara por las emociones que estaba experimentando. — ¿Qué es lo último que recuerdas?
— ¿Kakashi-sensei? —parpadeó, reparando en la presencia de su maestro y predecesor. Lo notaba distinto, pero no podría señalar cuál era exactamente la diferencia. — ¿Se cortó el cabello?
—No. —puso los ojos en blanco. —Tú contéstame.
El Uzumaki se llevó una mano a la cabeza y rascó con distracción la base de su nuca.
—Sasuke y yo estábamos luchando... Espere, ¿y Sasuke? —se alteró momentáneamente y su vista se desvió a su alrededor, sin tardar en encontrar a su compañero acostado junto a él, con las cejas fruncidas y ojos entreabiertos.
— ¡Sasuke-kun! —exclamó Sakura en cuanto se percató de que el Uchiha había recuperado la consciencia y se apresuró a ayudarlo a incorporarse.
— ¿Qué ha ocurrido? —cuestionó claramente aturdido, sus ojos automáticamente buscando los de su marido.
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Sin importar el tiempo
ФанфикMenma y Minato, dos hermanos que desde hace diez años viven con su abuelo Iruka, disfrutan de la paz que Kohona tiene el privilegio de gozar durante ya una década gracias al sacrificio de dos shinobis legendarios. Sin embargo, apenas saben sobre sus...