TORMENTA ELÉCTRICA

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Once años habían pasado desde el día en que Meredith, sosteniéndose a sí misma a pesar del temblor en su cuerpo reto a su propia jefa y salvadora, la Diosa a la que había jurado lealtad ante el vasto cosmos.
     A pesar de que a ella y sus amigas les costó bastante más que a las demás, supieron sobrevivir a las adversidades que les presentaba tener que estar más alejadas del resto de sus compañeras y de la mujer que se supone es quien les da las órdenes y la fuerza vital para salir adelante.
     Al niño le llamaron Branko; un nombre de origen brasileño que significa "escudo" o "defensa". Y si, Branko era una defensa. Se adapto bastante rápido al ambiente de los bosques, la cacería y el mundo mágico.
     Aunque en principio para las chicas era una molestia el no saber como alimentarlo debidamente y tener que sobre llevar las quejas nocturnas de parte de sus compañeras porque sus llantos no las dejaban dormir a sus trece años Branko ya se había convertido en un cazador innato que dejaba boquiabiertas a sus cuidadoras y al resto de cazadoras.
     Venció a la mayoría de ellas en duelos mano a mano e inclusive combate con armas. Durante las noches mientras las demás dormían salía a entrenar golpeando árboles cuando nadie lo miraba.

Era un día con bastante vida abundante cuando aterrizaron en los bosques de lo que Branko llamaba "Canadá". Siendo que era un humano todavía y que según Artemisa jamás sería reconocido por ella este aprovechaba de vez en cuando a escabullirse fuera de los bosques a ver los terrenos humanos.
     Una vez intento acercarseles más no entendía ninguno de los idiomas que no fuese griego y estos hombres que se supone eran igual a él lo confundieron con un niño de la calle.
     Aun así este se decidió a entrar a urtadillas a las bibliotecas y robar libros con información del mundo humano y sus idiomas, comenzó a llenarse del conocimiento básico y sabía todo lo que a las cazadoras no les importaba saber.
     Cuando llegaron a aquellos terrenos el sol no daba los más mínimos indicios de aparecerse; un cielo plateado como el de la misma luna se había ofrecido ese día a ser la sombra de Artemisa y su gente, y Branko.

     El chico estaba completamente consciente del trato que la Diosa hizo con sus cuidadoras el día en que llegó a formar parte del mundo de los guerreros, al ver con el paso de los años como sus tres amigas eran maltratadas por la Diosa y las dem...

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     El chico estaba completamente consciente del trato que la Diosa hizo con sus cuidadoras el día en que llegó a formar parte del mundo de los guerreros, al ver con el paso de los años como sus tres amigas eran maltratadas por la Diosa y las demás cazadoras este se enfuruño con ella y decidió hacerle frente a su reto, tomárselo enserió y ser el mejor cazador que ese mundo haya visto.
     El reto del día de hoy se encontraba plácidamente degustando de la hierba que crecía en esas fértiles tierras y asomaba unos poderosos e imponentes cuernos.
     Los Alces son criaturas magníficas y dignas de devoción y también para los expertos en la caza un gran premio a recibir si logras dar con uno.
     Branko, quien dada su estadía viviendo de bosque en bosque recibió un bronceado permanente, esperaba con sigilosa presencia a su presa del día.
     Sin necesidad de ser bendecido por los Dioses, sin necesidad de ser convertido en un espíritu del bosque por la cueva de las sombras el muchacho conocía ya perfectamente cada detalle en la profesión de la cacería. Se había vuelto uno con el ambiente, podía sentir cada tensión muscular de su presa, cada respiración, los latidos de sus corazones, para el eso era tan fácil como andar a dos patas.
     Espero, y espero sabiendo que su rival ahora mismo a pesar de estar degustando su alimento se encontraba alerta, pues con parar oído sobre la humedad tierra escuchaba como la presión sanguínea del animal se encontraba agitada y no tenías que ser un experto para ver las marcas de rasguños y mordidas en su lado inferior y entender que el pobre desayuno de Branko había sobrevivido apenas hace poco a los cazadores naturales: los lobos.
     Cuando la respiración del alce comenzó a volverse cada vez más lenta con un movimiento silencioso y atisbado el joven prepara su arco y con una flecha tensando su dedo espera el momento justo para disparar en el cuello de la bestia.
     Apunta y dispara, con un silbido mortal el dolor alerta al animal provocandole a intentar escapar con lo que le quede de fuerza, sin embargo, con otro disparo certero una segunda flecha entra por su ojo izquierdo y sale por el derecho obligando al alce a tumbarse sobre si mismo y perecer en el pasto.
     --El desayuno está servido.

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⏰ Última actualización: Jun 03, 2023 ⏰

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