Capítulo 2: Discordia

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Cuando el altercado con su nuevo compañero de habitación lo lleva a compartir la mesa del almuerzo con Izana y su selecto grupo de amigos, Hajime sabe que debe aprovechar para obtener información valiosa. Sin embargo, pasados los primeros diez minutos, el rumbo de la conversación se ha desviado del plan original. Por alguna razón, se siente expuesto y juzgado en silencio por parte del resto.

—¿Seishu Inui, eh? —Izana echa la cabeza hacia atrás para carcajearse con soltura; es como si se regocijara de su infortunio. Los demás disimulan, pero Hajime tiene la certeza de que quisieran desternillarse de risa en el suelo. Al cabo de unos segundos, Izana suspira, y con ello todo rastro de diversión se esfuma al instante—. Escucha, te sugiero que evites meterte con él. El maldito puede convertirse en un auténtico dolor en el...

—¡Izana! —Kakucho interviene, golpeando la superficie. Un profesor camina a escasos tres metros de distancia de la mesa en la que ellos están reunidos. Hajime sonríe para aparentar—. Una más y te suspenden, recuérdalo.

—Sí, sí. Lo que sea. —Izana agita la mano, luego vuelve a mirarlo—. Escucha, Kokonoi. Usa esa cabecita lista tuya y recapacita. Inupi te conviene más como aliado, créeme.

—¿Inupi? —cuestiona, cejas casi juntas.

—Así es como le apodan.

—¿De dónde lo conoces? —Opta por ir directo a los puntos en los que puede obtener información, poco le importan las sugerencias que quieran hacerle, sean con buena intención o no.

—Shinichiro. Inupi estuvo prendado de él desde que era un mocoso, pasaba horas en el taller antes de que... la adolescencia le pegara fuerte.

—Ya veo. Es por él que ha venido a esta escuela.

No es una pregunta, sino más bien un comentario para sí mismo mientras trata de armar el rompecabezas que su indeseable compañero de cuarto constituye. Desea revelar el extremo del hilo, un punto débil para poder explotar en caso de que no le sea sencillo sacarlo de la habitación en las próximas horas. O tal vez, como medida desesperada, encontrar algún dato que le permita proponerle un intercambio en el que ambos se vean beneficiados. Por desgracia o por fortuna, hasta ahora todo lo que ha descubierto es que Seishu tenía —o tiene— un crush con el mayor de los hermanos Sano. Ha oído hablar de Shinichiro debido a la fama que este se ganó dentro de las pandillas de antaño y el dojo propiedad de la cabeza de la familia.

¿Cómo podría usar esa información a su favor?

—Dudo que se deba solo a la presencia de Shinichiro. —Haruchiyo se coloca la mascarilla de vuelta ya que ha acabado de ingerir los alimentos suficientes—. Estás olvidando que es hermano de la maestra suplente, apuesto a que fue ella la que tuvo la brillante idea de traerlo aquí.

—Impulsada el programa de becas, por supuesto —añade Kakucho.

Hajime se mantiene escéptico, le es difícil considerar que su desdicha haya sido provocada por intervención directa de Akane.

—No lo sé.

—¿Quieres apostar?

Incluso cuando la tela cubre los labios de Haruchiyo, Hajime nota la forma en la que los pómulos se le abultan. El maldito debe estar disfrutándolo.

—No. —Recoge la bandeja con los alimentos dispuestos en ella, prácticamente intactos—. Tengo muchas cosas que hacer, los veré después.


≫ ♡ ≪


Seishu lleva unas cuantas horas como alumno formal, ha tomado varias clases y apuntes acompañados de garabatos para distraerse. Estar ahí constituye un primer esfuerzo real luego de tres meses a la deriva. No obstante, por muy buenas que sean las intenciones de su hermana y la oferta educativa, justo ahora ya camina enfadado a través de uno de los pasillos.

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