Capítulo 6. Irreverente

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Su padre se aparece por la casa el fin de semana, durante la tarde del sábado. No lo hace solo, va acompañado de un par de mujeres con vestimenta reveladora y dos de sus socios más cercanos. Es gracias a ello que Hajime decide que será la última vez que vaya a casa para pasar los fines de semana. Si de esta manera puede evitarse el disgusto de ver semejantes escenas, lo hará.

Una de las desventajas principales —y quizá la más importante— es que sus oportunidades para mantener la fluidez de su negocio se verán reducidas significativamente. Sin embargo, tanto por su orgullo y por su gran intelecto, asume que encontrará el modo de solucionarlo.

El regreso a la escuela el lunes por la mañana es igual que los anteriores. Su padre no lo mira ni le dirige la palabra, por prestar atención al camino y otra poca a las llamadas que atiende a través del manos libres. Hay una pequeña maleta extra en la cajuela que pasa desapercibida cuando ha llegado a su destino.

—Anoche transferí el pago de todas las colegiaturas de este ciclo —lo escucha decir, antes de que cierre la puerta del auto—. Ve por el comprobante en cuanto puedas.

No tiene tiempo de responderle porque, en el segundo siguiente, su padre tira de la puerta desde adentro y se integra a la carretera. Hajime rueda los ojos.

En la entrada se encuentra a uno de los guardias leyendo uno de los libros que le obsequió hace meses. Los métodos que utiliza para ganarse a las personas están lejos de ser los convencionales o involucrar algún tipo de violencia. Él se acerca a las personas con intenciones muy precisas, mediante acciones y pequeños detalles sin importancia. Al guardia de ahora, por ejemplo, le apasionan las historias de ciencia ficción. ¿Cómo lo sabe? Bueno, gracias a la paciencia y perseverancia con la que se maneja. Saludos cordiales cada lunes, una breve charla casual antes de marcharse los viernes, y bebidas frías de la máquina expendedora.

Hifumi es un hombre de treinta y cinco años, casado y con dos hijos mellizos. Parece estar a gusto con su trabajo y el sueldo que percibe, ya que los turnos rotativos le permiten pasar tiempo de calidad con su familia.

En cuanto se percata de su presencia, abandona el libro y se pone de pie.

—Buen día, joven Kokonoi. —Hajime corresponde el saludo.

—¿Qué tal el libro?

—Excelente, voy por la mitad.

—Me alegra que le esté gustando. Traje un par más en mi equipaje extra —agrega—. ¿Quiere que abra la maleta para que la revise?

—Hmm, ¿trae objetos de los que deba preocuparme?

—No.

—Entonces no hay problema, puede pasar.

—Gracias. Nos vemos luego.

Es un triunfo, la primera cosa buena que le ocurre después de un fin de semana de mierda. Ahora, lo que debe hacer tan pronto como llegue a la habitación es...

—Es un hombre, ¿no? ¿Cómo se atreve a usar tacones?

Es un murmullo, o casi. La chica que lo dijo ni siquiera se ha preocupado de emplear un tono genuinamente discreto. Hajime entrecierra la mirada conforme se acerca a los dormitorios de varones, en donde todavía hay algunas alumnas que intentan asomarse por la entrada. ¿Qué es lo que ocurre que está causando tanto alboroto?

—Seguro quiere llamar la atención —escucha comentar a uno de sus compañeros de salón, parado cerca de las escaleras. Tiene una sonrisa cínica en el rostro—. O tal vez quiere que lo confundan con una chica.

Hay otros tres chicos junto al otro, que se ríen como tarados ante lo dicho. Lo que incrementa su curiosidad es que todos miran escaleras arriba, hecho que provoca que los tenga que imitar para poder ubicar a aquella persona que tanto los perturba.

Just being friendly | KokonuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora