Capítulo 4. Transparente

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Hajime Kokonoi.

Delgado. Cejas arqueadas. Uniforme impoluto y calzado lustroso.

Desde luego, tiene pinta de ser el mejor amigo que toda madre quisiera que su hijo consiguiera. Seishu apuesta a que es por ello que Akane le ha hablado maravillas de él. Sin embargo, lo que acaba de suceder es la primera prueba que recibe de que el tipo es, de verdad, una persona confiable.

No cualquiera habría intervenido en una pelea en la que nada tiene que ver, tampoco se habría arriesgado a fingir hacer de soplón con el director. Kokonoi hizo ambas cosas, una tras otra, y encima le ha conseguido una bebida fría para que se la coloque sobre los golpes que lleva en el rostro. Pasar a la enfermería habría sido el fin, le avisarían de inmediato a su hermana y todo se iría directo al caño. Claro, no es que crea que su compañero lo hizo todo por él, pero, al menos, se ha ganado un punto a su favor.

Seishu envuelve la lata helada en un pañuelo y la sostiene sobre su ceja izquierda, sisea al instante ante el ardor resultante.

—Akane debe gustarte mucho como para que te tomes tantas molestias conmigo.

—No sé de qué hablas.

La seriedad en la expresión de su compañero podría haber hecho pasar por verdadera su respuesta. Sin embargo, Kokonoi dirige la mirada hacia el botiquín justo antes de lanzárselo. Seishu lo atrapa en el aire con la mano libre.

—¿Vas a negarlo, en serio? —cuestiona incrédulo. No le encuentra sentido, aunque supone que debe tener sus razones—. Se te nota a kilómetros, lo único que te falta es empezar a salivar al verla.

—Nos hemos encontrado una maldita vez los tres, no sabes lo que dices.

—Con una es suficiente, créeme.

Kokonoi se levanta de la cama, ha vuelto a posar los ojos en él, pero esta vez el enojo es notable en los pliegues que se le han formado en la frente.

—Estás haciendo que me arrepienta de haberte ayudado.

—No recuerdo habértelo pedido —agrega, con un encogimiento de hombros, como si lo anterior fuera irrelevante.

Se sostienen la mirada por largo rato, hasta que es Kokonoi el primero en cansarse de la situación. Es evidente que prefiere evitar una posible confrontación más entre ellos. La racha de horas que llevan sin intentar asesinar al otro debe mantenerse. Lo contempla resoplar.

—Puedes tomarlo como mi buena acción del día.

Que saque la lengua antes de dejarlo solo en la habitación, se siente como una bofetada con guante blanco. Sí, Hajime Kokonoi definitivamente es un idiota.


≫ ♡ ≪


En este punto, no es de extrañar que cada vez que alguien toca la puerta, lo haga como si estuviera tratando de enviar un mensaje en alguna especie de código que Seishu desconoce. Las primeras veces los ignoraba, la mayoría de las personas detrás de la puerta se aburrían pronto y se marchaban; pero existían casos especiales que rayaban en la desesperación y no dejaban de tocar hasta que abría.

Este es uno de esos casos, Rindo Haitani —hasta donde recuerda, gracias a la primera vez que interactuaron—, quien aparece cada dos por tres buscando a su compañero de habitación, igual que todos los anteriores. Lo descubre recargado de espaldas contra la pared mientras sus nudillos dejan de golpear al aire, ni siquiera va a preguntarle qué es lo que desea.

—No está aquí —Le ahorra la molestia.

—Dijo que lo estaría. —Rindo cruza los brazos.

—Te mintió.

Just being friendly | KokonuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora