Describir a JiMin no sería difícil. Era uno de esos chicos que no crees que existen hasta que los ves en persona y te preguntas: ¿Cómo puede haber alguien así? Alto, guapo, fuerte, con dinero, popular, jugador del equipo de rugby....era como un cliché con patas.
Le conocía desde hace mucho tiempo. Bueno, «conocer» quizá no sea la palabra apropiada, digamos que sabía quién era él, y que, a lo largo de los años, habíamos coincidido en más de una clase. Evidentemente, JiMin y yo no teníamos muchas cosas en común. Nada que nos llevara a entablar una conversación ni a saludarnos por el pasillo más que el hecho de compartir un espacio en un aula durante diez horas a la semana.
Yo estaba, por así decirlo, en las antípodas de su círculo social, justo en el otro extremo, junto a los raritos y marginados. Al menos, así es como los llamaban «ellos». A mí me gustaba mucho mi lugar en la jungla social del instituto, me lo pasaba bien y me divertía, que, después de todo, era lo más importante. Podían quedarse con sus súper fiestas y su superioridad moral, no la necesitaba.
Pero volvamos al tema principal: JiMin.
Hay algo que todavía no he dicho sobre él. Al contrario de sus amigos y la mayoría de las animadoras que siempre les acompañaban, JiMin no era un completo gilipollas. Y con ello me refiero a que no se metía con nadie, no insultaba de forma gratuita ni te miraba por encima del hombro; aunque, de entre todos sus amigos, fuera el único lo suficientemente bueno como para permitirse hacerlo. Por otra parte, tampoco frenaba a sus compañeros de equipo cuando se ponían en plan cabrones con algún chico de los pasillos. Así que podríamos decir que JiMin estaba en un punto medio entre el bien y el mal. Era la Suiza de la guerra del instituto. Vale, lo siento, ha Sido una broma horrible.
Lo que quería decir es que fue justo eso, lo que me llevó a hablarle aquella tarde en la biblioteca.
Eso y sus ojos vacíos.
Era el comienzo del penúltimo curso, pero ya nos habían mandado trabajos que hacer y entregar. Así que antes de que se me acumulara todo el trabajo, decidí pasarme por la biblioteca y adelantar algo; de todas formas llovía demasaido cómo para hacer algo más.
Cogí un par de libros de historia y me senté en una de las alargadas mesas en mitad de la sala, preparado para al menos, hacer un esquema de los puntos que quería presentar. No sé en qué momento ocurrió, pero cuando, tras un tiempo indeterminado, levanté la cabeza del libro, me encontré con JiMin al lado de la mesa. Fruncí el ceño, extrañado, ya que no solía estar solo. Miré alrededor, buscando a sus amigos haciendo el mongol en alguna parte, pero sólo estaba él.
Tenía La metamorfosis de Kafka entre las manos y miraba fijamente las páginas. Tenía el pelo y los hombros de su beisbolera completamente empapados, cómo si hubiera estado a la intemperie mientras llovía. De la punta de su nariz colgaba una pequeña gota de agua, deseosa de derramarse sobre la mesa de madera.
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Todo lo que podríamos ser tú y yo ♡ jikoo
Fanfiction❝Jungkook nunca creyó que llegaría a conocer a Jimin. Tampoco se imaginaba la clase de chico que se escondía detrás de aquella imagen perfecta de jugador de rugby y rey del instituto. Y por supuesto, nunca pensó que podría llegar a enamorarse de él...