– Bueno Mus, te dejo al cargo de la Red Roar. – Dice Sic cargando una maleta pequeña en el hangar de la estación espacial – Como todos los años, tienes plena libertad de decisión estos días, regresaré cuando acaben las celebraciones en Salamander. –
– Lo sé, esta situación siempre es la misma todos los años, pasas 3 días como el invitado de honor en la capital de los reptiles y regresas con los músculos agarrotados por la tranquilidad. – El ratón se ríe entre dientes.
– Ja, ja, ja. – Sic ríe sarcásticamente. – Ya me gustaría verte a ti con ese pesado juzu casi todo el día, esa cosa pesa más de 50 kilos. –
– Lo se, lo se, disculpa, bueno, disfruta de la fiesta, es una pena que Magnus se lo pierda, pero una redada contra la mafia no ocurre a diario. –
– Créeme, me gustaría estar en su lugar, no combato desde lo de Apofis, y el casi no me duró nada. – Sic se acerca al borde de la nave y salta, con su cuerpo envuelto en chispas y desaparece en lo profundo del espacio.
Tras una hora, un remolino de nubes oscuras se forma sobre la plaza central de Salamander, donde se están ultimando los preparativos para la celebración de esa misma noche, pero estos fueron interrumpidos momentáneamente cuando un rayo impactó sobre el centro de la plaza, revelando la figura del Capitán Sic.
– Oh, el invitado de honor ha llegado haciendo su espectacular entrada de siempre. – Digo el Gobernador del planeta, un dragón barbudo, mientras se acerca para recibir a la salamandra.
– Hola de nuevo Wo. – Saluda amablemente la salamandra.
– Bueno Capitán, ya casi está todo listo, vaya a su hotel y cuando regrese le prepararemos a usted. –
Sic suspira. – Ya hemos pasado por esto, no hace falta que me trates de usted a estas alturas. –
– D-Disculpa Sic, no termino de acostumbrarme a la idea de tutela a alguien considerado como un héroe, bueno, aquí te esperamos con el traje y el juzu, disfruta de tu estancia en Salamander. –
Tras esto, Sic se dirigió al hotel donde estaría un par de noches, no sin antes firmar algunos autógrafos a los niños que pasaban por la calle, la cuales estaban muy decoradas con carteles de vivos colores, todos los habitantes ya tenían puesto su juzu, por supuesto, una versión mucho más ligera que la que usaría él durante la fiesta, los juzus de la gente normal son de plástico o madera pintada, blanco para los reptiles normales como él, para los dragones dependía del clan, amarillo para los seguidores del Dragón Dorado, los más abundantes, verde para los seguidores del Dragón de Jade y morado para los seguidores de la Hidra, solo las clases altas se permitían juzus con alguna espera de metal.
Al comienzo del atardecer, Sic regresó a la plaza central, donde Wo le esperaba para el inicio de la celebración. – Bien, al fin llegas, imagino que tus fans te han entretenido bastante, rápido, en aquél probador te ayudarán con el kimono del caudillo. –
Ya casi había anochecido, la fiesta estaba por comenzar y Sic estaba esperando sentado en un palco sobre la plaza con un kimono de colores oscuros a que comenzase la celebración hasta que...
– ¡Ayuda! – La voz de Wo se escuchaba en el interior del edificio, rápidamente, la salamandra se convirtió en chispas para quitarse el kimono y quedarse solo con el uniforme que tenía debajo y corrió hacia el dragón barbudo, quien estaba tirado en el suelo con un golpe en la cabeza y la vitrina que guardaba el juzu que usaría Sic estaba hecha pedazos y esparcida por el suelo, no había rastro del responsable, la celebración de esa noche tuvo que posponerse hasta saber qué había ocurrido.
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Crónicas de la Tromenta
Science FictionEl cielo ruge, pero no es motivo de temor en Astralis, pues es el Capitán Sic defendiendo a los suyos.