|TRECE|

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Fabiola lo observó en silencio mientras sostenía la sábana alrededor de su cuerpo tapando su desnudez. Observó la nuca castaña y la fornida espalda que admiraba en silencio el paisaje a través de la ventana. El humo de su cigarro se dispersó al dejarlo salir de su boca y después lo colocó de nuevo en sus labios dándole una larga calada.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó ella harta de ese silencio agobiante.

No soportaba el silencio, mejor dicho no lo soportaba a él excepto cuando estaba haciéndola gemir bajo su construido cuerpo.
El hombre se volteó al escuchar su voz y la admiró en silencio con una sonrisa colgando en su rostro. Su atractivo rostro que le hacía querer matarlo y follarlo al mismo tiempo.

—Paciencia, piccolina. Estoy aquí por negocios—respondió al ver como su vena saltaba en su frente. Fabiola no practicaba el arte de la paciencia.
—Me refiero a por qué estás en la cabaña. No me interesa tu presencia en Colombia—eso no era cierto pero de ningún modo le diría lo contrario.

Primero muerta, antes que decirle lo mucho que extrañó su polla.

—Ahora eso es una mentira—dijo divertido al ver como intentaba mantener la fachada de chica dura, la cual funcionaba con todos menos con él.

Dejó caer la colilla del cigarro en el suelo y se acercó sigilosamente hacia ella pareciendo una pantera acorralando a su presa.
Fabiola no se dejó intimidar a pesar de su fuerte y asfixiante aura. Él se subió sobre la cama y la acorraló contra el respaldo mullido de ésta. Una de sus manos agarró su barbilla con un tacto áspero pero amable.

—Extrañaste mi polla, piccolina. Lo sé porque yo extrañé tu coño—susurró en su oído para después besar la longitud de su cuello provocando que se estremeciera. Fabiola cerró sus ojos disfrutando su toque.
—Para contestar a tu pregunta, vine a buscar a mi prometida—las palabras fueron como un balde de agua fría.

Ella lo empujó con rabia y él solo la observó sonriendo disfrutando de su enojo. Se veía sumamente caliente cuando estaba enojada.

—¿Prometida? Mi dijiste que no tenías ningún compromiso con alguna mujer—dijo molesta al sentirse engañada y usada por el maldito italiano.
—En ese momento no tenía una, ahora sí. Cosas que pasan en nuestro mundo, Fabiola —realmente quería golpearlo ahora.
—Además de que debo reunirme con tu hermano. Le propondré un negocio—ante esas palabras ella chasqueó la lengua mientras se cruzaba de brazos provocando que la sábana cayera ligeramente y se mostrará sus senos.

Los ojos del hombre se dirigieron allí de inmediato. Ella sólo rodó los ojos ante eso, él era insaciable.

—Rafael no lo va a aceptar. Fuiste tú quien ordenó el asalto al Complejo, mataste a casi todos en el lugar. Fue una masacre—sus ojos eran dagas acuchillándole. Fabiola lo odiaba por eso.
—Aceptará el trato, porque le daré el nombre de la persona que lo traicionó. Tu hermano es un hombre de negocios muy inteligente —dijo mientras le apartaba el cabello de su rostro. Ella apartó su mano con un duro manotazo.
—¿Qué ganas con esto?—preguntó admirando sus bonitos ojos aceitunas ligeramente estrechos. 
—Un compromiso—respondió él enigmático y dándole su mejor sonrisa.
Fabiola se quedó estática mirándole fijamente tratando de comprender a ese hombre.

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Nueva York, Estados Unidos.

—¿Hay noticias de Gabino?—cuestionó Rafael sirviéndose un trago de escocés y dándole una probada.

Dante observó ligeramente sorprendido por la calma y serenidad de su jefe a pesar que sus clubes fueron atacados simultáneamente por Gabino y sus hombres en represalia por el asesinato de Matías. En menos de un mes sufrieron golpes enormes en sus fuerzas pero aún así Rafael ni siquiera se inmutó.

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⏰ Última actualización: May 24, 2023 ⏰

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🖤"Quiero ser La Bella de tu BESTIA"🖤 #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora