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La Música, eterna, antigua 

y tan exótica como un ángel

habitando esa muchacha que cruza la calle

 o la golondrina que vemos en centellas.


Oda a la música VIII — Axel Nive Avarrete


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Constellations - The Oh Hellos

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Hiccup apoyó la espalda en el pasto, asombrado de la suavidad de cada hebra, pero intentando aún resistir a su frío. 

Alice le habla, trabándose a veces, y lo único que ella hace para disculparse por eso es mover los ojos y la lengua extrañamente, arrugando su faz mientras reniega y ríe. 

En tanto habla él la mira, tratando de comprender algunas frases. 

Ella de pronto sonríe y levanta un brazo que señala algún punto lejano en el cuadro más celeste e inconmensurable de la zona. 

—¿Los ves?

Hiccup recorre la mirada de ella hacia el cielo tras las ramas y hojas, siguiendo atentamente sus palabras. 

—Los árboles también hacen sus propios dibujos —dice ella, tan extasiada como la primera vez que lo supo—, pero sus colores son más bonitos. 

De las veces que lograron notar con detalle los dibujos de los cuentos y leyendas que los adultos hacían, averiguaron que solo se podían hacer con carbón y papel; ahora, descubrieron que la distancia tímida entre las copas de los árboles hacían flores y caminos en el cielo, sin tinta, sin carbón, sin papel; así, simplemente, sin tornar la tierra ni encender humo oscuro. 

«Los veo...» aclara él, expandiendo los ojos.  

—Yo también quiero dibujar —murmura Hiccup—, como los árboles.  

Alice nota esa añoranza y, como se siente en el deber como la mayor, se esmera en complacer tal pequeño deseo. 

—Mira, dos ramitas —ella juega, quitando las ramas del alcance de Hiccup antes de darle una ella misma—. Ahora, solo hay que... 

Hiccup toma la rama con fuerza y comienza antes que ella, creyendo que nunca se lo dirían, soltando risas emocionadas y trazando caras toscas en la tierra seca. 

Alice se sorprende, no se le había ocurrido. 

—El de allá parece un pescado —estirando un dedo con burla, Alice señala la forma de una copa a la lejanía. 

—Y el de allí un palo —resopla él, apretando las cejas. 

Ella infla las mejillas, rencorosa, como si no fuera su culpa. 

Para tener seis, era muy veloz y listo al responder. 

Alice nota como de pronto su rostro se entristece, como si recordara algo mientras dibuja un pescadito deforme en el suelo. 

Fogón de Hogar | HTTYDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora