Capítulo 2

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Harry se encontraba serio, su mirada estaba al frente suyo -ni siquiera tenía ánimos de parpadear- y a pesar de ser hora de ir a la escuela, aún estaba metido bajo las mantas de su cómoda y muy tibia cama.

Su madre le escudriñaba de manera silenciosa desde un costado con ojos entrecerrados y brazos cruzados. Enfundada en un traje formal oscuro, con el cabello recogido en un moño y unos zapatos negros de tacón elegante la alfa le daba esa mirada que el menor no quería enfrentar, esa mirada que le avisaba estar pronto a obtener un regaño.

—¿Te sientes muy mal? —la mujer preguntó.

El joven en la cama asintió apenas unos segundos después. La alfa alzó una ceja y parpadeó.

—¿Del uno al diez? —volvió a decir.

—Siete. —respondió Harry.

Ella hizo una pequeña mueca pensativa.

—Hm. Siete es un número alto.

Harry solo suspiró—. Lo sé.

Momentos después su madre se estaba inclinando en su dirección para verle de cerca, Harry entonces e inevitablemente tuvo que encontrar sus ojos, tan verdes como los propios. Estaba demás mencionar que ver a su madre era como ver un reflejo de sí mismo, dado que eran idénticos.

El menor sintió la palma tibia de la mayor presionarse contra su frente y entonces una mueca se plantó en sus labios rellenos y pintados de un rojo fuerte. A pesar de ser hora de ir al trabajo, ella seguía allí, preocupada y prestando la atención que su cachorro necesitaba.

Finalmente se apartó otra vez—. ¿Qué sientes? Tienes un poco de fiebre.

Harry soltó un suave soplido y volvió a apartar los ojos de su madre, cerrándolos y concentrándose en las partes donde tenía incomodidad para poder explicar qué era lo que sentía. Era una rutina que mamá Samuel le hacía seguir desde pequeño, para facilitarle el trabajo de hacerle un diagnóstico médico en casa.

—Me duele aquí —se presionó suavemente el pecho, luego colocó un dedo en su frente—. También la cabeza, pequeños pinchazos... Y siento ardor en el estómago, como si quisiera vomitar.

La alfa examinó a su cachorro con atención durante unos momentos, luego chistó y suspiró—. Bueno, podría ser cualquier cosa. ¿Seguro que no puedes asistir a la escuela?

Harry volvió a soltar otro muy pequeño suspiro—. Madre...

—Las clases son importantes —continuó ella.

—Sí pero-

—Una falta significa mucho.

Entonces la puerta de la habitación se abrió y entró Samuel con una pequeña bandeja donde traía distintas cosas para atender a su enfermo cachorro de inmediato.

—Sh, sh —el omega mayor observó a su alfa con ojos acusadores—. Deja ya a mi bebé. Está enfermo, ¿no lo ves?

La mujer le dio una mirada más a Harry y entonces volvió a cruzar sus brazos retrocediendo cuando su omega pasó delante suyo—. Hm. Yo le veo bien.

Samuel entrecerro los ojos en dirección a la mujer y le señaló con el dedo índice—. Que le dejes he dicho.

El omega llegó entonces a lado de su hijo y con suavidad se sentó en la cama poniendo también una mano en la piel de Harry para confirmar que seguía con fiebre, luego acarició sus rizos sonriendole de lado y por último dejó un beso en su frente. El jovencito sonrió, sintiéndose mimado de pronto.

—Muy bien cielo —el omega sacó el delgado brazo de Harry de las sábanas en las cuales seguía acurrucado y metió una de sus manos por debajo de su pijama para colocarle un termómetro bajo la axila—. Veamos qué pasa contigo.

Our Destiny | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora