- Estatura 1.89, Peso 48 kilos, hay que darle suplementos - dicta el médico que está justo alado de mi cápsula.
No entiendo cómo deje de sentir vergüenza al estar desnudo, tal vez sea que tengo esos exámenes de cada semana, o tal vez sea que ya me estoy sintiendo más un robot que un humano, no lo sé y ya no me importa, después de todo, estar vestido tampoco me va a ayudar a soportar el dolor de las pruebas que siguen.
— Muy bien número Dieciséis, pase con a la sala de pruebas — indica el médico abriendo la cápsula en la que me encuentro, para que pueda salir.
Al salir, escucho como la cápsula se cierra y justo después se desinfecta, para después volver a abrirla y dejar entrar a diecisiete a la cápsula. Todo tenemos que pasar por está revisión previa antes de empezar las demás pruebas; la cápsula es para evitar algún contagio o intento de fuga.
Al llegar al "cuarto de pruebas" veo una camilla rodeada de varios equipos para monitoreo de mis órganos, todo normal, como siempre, las camillas aledañas están rodeadas con cortinas en las que se encuentran los números que llegaron antes que yo, desde el número once hasta quince, el cual puedo oír quejarse por las pruebas; las manchas de sangre alrededor de algunas camillas son normales, aún no se escucha el electrocardiograma en un sumbido constante por falta de latidos, lo que significa que alimentos siguen vivos.
Al recostarme en mi camilla, uno de tantos doctores se acerca a mi, sujeta mis manos a los costados de la camilla , después mi cabeza y tobillos.
— ¿Cómo te sientes hoy dieciséis? — pregunta bajo esa mascarilla.
— Igual que siempre —
— Escucque que viste morir a ocho ¿Cómo fue? — pregunta mientas comienza a conectar las máquinas a mi cuerpo.
— Le rompieron la cabeza — respondo sin pensar.
Mierda, este no es un doctor, es un enfermero con esa habilidad para hacermos decir la verdad, como no pude reconocerlo.
— ¿Hablaste con ella ? ¿Te dijo algo? — decía mientras comenzaba a cunie con una manera térmica.
— No, nunca hablé con ella — respondo.
— ¿Sentiste la necesidad de decirle algo? — pregunto tranquilo mientas colocaba la aguja del suero en mi
brazo.— Si, decirle que aceptará su muerte, para poder irse — las lágrimas de mis ojos comienzan a correr sin ningún cuidado.
— Muy bien — se fue sin decir más.
Mi cabeza no puede girarse a los costados, solo puedo mirar al techo, pero eso no impide que vea al primer diecies el cual está mirándome con atención.
— ¿Sabes que le hacen al chico que está junto a ti?— me pregunta curiosa.
Parpadeo dos veces, me están vigilando, si se enteran que estoy hablando con alguno de los números que han muerto, me volverán a cedar y encerrar una semana sin comer.
— Le están tratando de recontruir los nervios de su lengua, parecer que tratan de volver a pegarle la lengua —
Parpadeo nuevamente afirmando que la he escuchado.
— Parece que lo que dice este cuatro es cierto, solo buscan adiestrarlos como perros de guerra — murmura.
— Muy bien diecies ¿Estas listo? — antes de que pudiera responder, siento como coloca en la punta de mis dedos agujas.
Aprieto los ojos por el dolor, solo están clavando las agujas, pero duele demasiado. Cuando por fin, tiene las agujas clavadas en la punta de mis dedos, de las manos, conecta el otro extremo a una pequeña máquina, la cual, pieza a zumbar antes de dirigir una descargar electrica a mis dedos.
Mis manos se mantiene extendidas, me duele todo el cuerpo, siento como mis brazos pierden fuerza por cada nuevo voltaje recibido.
— Muy bien diecies ¿Puedes mover las manos? — me pregunta mientas empieza a quitar las agujas.
Me encuentro aturdido, trato de cerrar la mano libre, pero, mis dedos no responden, no puedo sentir nada en la palma, no puedo mi brazo.
— Muy bien, ya terminamos por hoy — murmura mientras anota los resultados en su tablón.
Diecies uno sigue sobre mi cabeza, hasta ahora, ella es el único número que se ha quedado después de muerto, al parecer, ella fue de los primeros en llegar a este lugar cuando empezaron a usar el Colibrízu, no se cuál era su problema, porque la encerraron y menos por qué sigue aquí; ella intenta tomar mi mano, veo como sus muñones traspasan mi piel, antes podía sentirla cuando hacía eso, pero ahora, solo atravieza mis manos con sus brazos, es como si al destruir mis nervios, ella volviera a ser intangible para mí, solo falta que se den cuenta para que intenten dejarme sordo o ciego.
Sienro como un enfermero libera mis muñecas, cabeza y tobillos, esto para dejarme dormir en lo que puedo volver a moverme. Mi cuello se gira para dejarme ver a quince, tiene la boca llena de gasas empapadas en sangre ¿Acaso trataran de volver a conectar su lengua o tratarán de ponerle una lengua biónica? Si es así, será el segundo Cyborg en este jodido lugar.
Puedo ver cómo los pocos médicos y enfermeros que siguen aquí, salen de la habitación, para después cerrarla, estoy seguro que en caso de un incendio o cualquier desastre nosotros podemos morir aquí, creo que a estas alturas sería mejor, no he visto nada fuera de estos muros desde el 2028, a estás alturas ya nisiquiera se que edad tengo, perdí la cuenta deapues de los 20.
Mis ojos me empiezan a pesar, el sueño me está cubriendo, apenas logro escuchar las voces de los demás números que estamos aquí, lo siento chicos, tendré que dormir, por favor, resistan.
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Energía Sensible
Ficção CientíficaLa aparición de un nuevo elemento abre un nuevo camino para la ciencia, ahora se puede estudiar aquello a lo que la humanidad por años llamo "suerte" fabricando nuevos estándares en la sociedad, lo que poco a poco puede desatar una guerra. El Coli...