Desde el minuto uno comenzó a contar los días obsesivamente. Había perdido esa habilidad de percepción, tan básica que le hizo sentir tonto por mucho tiempo, pero ahora la confusión en su pecho se la había devuelto. No sabía si estaba bien, o mal realmente, pero segundo tras segundo dictaba, dictaba, y dictaba... una semana.
Una semana desde... ¿Qué? ¿Qué exactamente? ¿Su cerebro lo recordaba siquiera? ¿Le importaba tan poco que ya no era capaz de reescribir esas memorias? Ojalá.
Nada importante. Abandono, abandono súbito, casi súbito. Poco le importaba la ida de Reaper, ¡claro que no! Estaba bien, estaba feliz y en paz, no podía imaginarse el vuelco que daría su vida después de aquel tan colosal suceso.
Estaba tan, tan feliz. Una felicidad paralizante y asesina, llevaba tres días días sin moverse del piso, ni un músculo, ni un dedo, ¡ni siquiera para ir al baño! ¿Qué maldito baño, Geno?
Un círculo imaginario rodeó su cuerpo esas setentaidos horas, sería maravilloso que pudiera acomodarse seguido para relajar las articulaciones tensadas de sus huesos, pero la energía ni siquiera le daba para eso.
Frisk no lo entendía, Geno no le dirigía la palabra. Era normal que estuviera tan sumido en sus mundos imaginarios, pero este nivel era una exageración.
El chiquillo lo observó con preocupación desde la lejanía, la bufanda roja tapaba el rostro del mayor por completo, y su pecho subía y bajaba con notable dificultad. ¿Había discutido con Reaper otra vez? No tenía idea, pero sí un montón de curiosidad, extrañaba mucho a ese tonto y no entendía por qué no se había aparecido desde la última vez que lo vio.Se acercó lentamente a su cuidador y se arrodilló, manteniendo su debida distancia para evitar molestarlo.
—Geno, ¿Todo bien? —preguntó, sin recibir respuesta alguna— Reaper no nos ha visitado, ¿Discutieron?
Ese nombre aclamado en voz alta se clavó como una navaja incandescente en su pecho, haciéndole gruñir por lo bajo entre la fea tela roja. No le molestó la directa pregunta incluso si Frisk no tendía a respetar mucho el filtro, aunque la respuesta era bastante obvia.
—¿Quién? —preguntó Geno vagamente, removiendose y reforzando su posición fetal.
Frisk, en silencio, pensó en qué decir. Era imposible hablar con él en estados tan deplorables, pero no podía evitar sentirse algo irritado por la frecuencia en la que esta clase de problemas ocurrían.
Ignoró el hecho de que, aunque sí era una situación normal, Reaper no tendía a irse por tanto tiempo con razones tan vanales. De igual forma, evitó pensar en el peor escenario posible y se cruzó de brazos.
—Pues no puedes fingir que está muerto para siempre, hombre —manifestó el adolescente— No es manera de vivir... ¿Al menos vas a decirme el por qué?
Geno se quedó en silencio, y aunque Frisk esperó una respuesta, este no contestó. Con las mismas dudas y la sensación de irritación en su pecho, se rindió por hoy y se retiró, dejándolo solo de nuevo.