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Si es que levantarse a la madrugada no ayudaba en nada, aun siendo fin de semana o no, las horas quitadas de sueño eran el peor sentimiento que se puede experimentar, y aun sabiendo que tus ojos y cuerpo pueden salir afectados, ya sea por cansancio o pequeños bostezos igual no puedes dormir, dicho esto, relacionamos todo esto con un rubito que, al despertar a las 3 de la mañana por haberse puesto a echarse una siesta con su mejor amigo antes del anochecer estaba y que no lanzaba gritos de furia, al día siguiente tenían que ir a clases y como tenían unos... tres o cuatro exámenes esa misma semana Zenitsu aprovechó para estudiar literatura.

Mientras el rubio estudiaba esos apuntes como si fuera el fin el mundo un cabello burdeos se desperezaba entre las mantas, la luz de la lámpara que iluminaba el lugar le había molestado y al no ser una persona de sueños fuertes no pudo ignorar esa lucecilla, lo primero que vio fue un rubio arremetiendo sobre las paginas de la literatura, los poemas eran un chollo.

— ¿ ZenZen...? Que hora — las palabras fueron calladas por un "shhh" proveniente del rubio, al de aretes le causó confusión pero entendió el porqué de la concentración que amenaba en su compañero.

— Los estudios lo deben estar agobiando.. — pensó.

Tanjiro es una persona cariñosa, con cualquiera de su entorno y más si es de su pequeño y cercano grupo de amigos, siempre mostraba afecto a los que quería sea cual sea la relación que formasen, y Zenitsu no es una excepción.

Tanjiro se levantó de golpe entre las sábanas, en silencio para no desconcentrar al rubio, fijaba sus movimientos en el punto ciego de su amigo y aunque sabe lo buen desarrollado que tiene el oído Zenitsu no iba a rendirse al darle un abrazo sorpresa y así fue, la concentración maxima que tenía aquel chiquillo no le hizo notar aquellos brazos enrollándose en sus caderas para después notar el peso de Tanjiro, seguido de una leve respiración en la nuca por el mismo anfitrión, esto le hizo sobresaltar y girándose un poco para ver a su amigo se puso rojo de histeria, aquel chico de aretes le estaba dando una de sus más sinceras miradas, aquellos ojos tan inocentes.. rubís... eran todo lo que podía pedir en ese momento, sabía lo que transmitían y eso no pudo con el pobre corazón del rubio, que una pequeña risilla se formó en su boca sin percatarse.

-- Los estudios están matandome... Tanjirooouu.. y si ¿me cocinas algo? para recargar las fuerzas. --

-- Zenitsu, son las cuatro de la mañana, no es que tenga muchas fuerzas para cocinar ahora mismo. -- el rubio respiro resignado, de verdad que tenía hambre, pero a estas horas no podía obligar a su amigo a cocinar.

-- ¿y si vamos a un konbini? me apetece udon... o un onigiri. -- Tanjiro disolvió aquel abrazo para recargarse en la esquina de su cama, buscando con sus pies las chaquetas tiradas entre el suelo y siendo victorioso tomó dos a su alcance para darle una al rubio y otra para el.

-- Vamos, pero rapidito que debe hacer frio. --

Zenitsu se levantó de un golpe, poniéndose también la chaqueta, fueron hasta la entrada, tomando las llaves y algo de dinero en efectivo, se pusieron sus respectivos zapatos y salieron de allí con nada de prisa, realmente Tanjiro prefería ir lento que ir corriendo, aún sabiendo el viento que hacia en las madrugadas.

-- La tienda más cercana... creo que tiene también panadería, me apetecen unos mochis. -- 

-- o unos ohagis.. -- le siguió la conversación el rubio, riendo al recordar lo mucho que le gustaban estos dulces a su profesor de matemáticas. 

Llegaron a la tienda, y con aquel sonido característico de la campanita se escuchó una voz robótica dándoles la bienvenida.  Los chicos fueron corriendo cada uno por su lado para tomar lo que les apetecía comer, el rubio optó por unas fiambreras de karaage mientras que el de cabello rojizo prefirió un bento repleto de mochis, pagaron y volvieron para la casa del último mencionado. 

Una historia más. 🌻 ZenTan ; TanZen 🌻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora