Capítulo 3

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Diego abre los ojos y tarda un momento en darse cuenta de lo que está pasando. Empuja el brazo de Lucio y luego se encoge de hombros.

- ¿Estás loco? ¿Qué te pasa? - Diego se pone rojo y nervioso. Y Lucio teme que haya hablado lo bastante alto como para que André le oiga. Así que cierra los ojos, apenado y aterrorizado ante la posibilidad de que Diego no quiera hablar más con él, pero ahora ya era demasiado tarde: ya lo había hecho. Solo quedaba esperar la reacción de Diego y tratar de manejar la situación.

Pasan unos segundos en silencio, Lucio encoge el cuerpo, esperando oír gritos, quejas o incluso un intento de paliza. Piensa en algo aún peor: que Diego le cuente lo sucedido a su padre, rígido y prejuicioso, haciendo que el muchacho sea expulsado de la casa, de madrugada, bajo la lluvia y el frío, tal vez teniendo que llevar la ropa empapada, o incluso ir desnudo.

Pero nada de esto ocurre. Solo oye la respiración entrecortada de Diego. Y el sonido de la lluvia cayendo parece más lejano que nunca. Lucio empieza a preocuparse de que Diego haya disfrutado del beso porque sería un cliché. También le molesta que piense tanto en los clichés. Y también le molesta el hecho de que piense tanto en clichés, y ambos le resultan incómodos. Así que le molestan todos estos pensamientos y preferiría dejar de pensar en todo esto, antes de que vuelva el dolor de cabeza.

Abre los ojos y ve a Diego de pie, preparando el colchón para que Lucio duerma en él. Todavía avergonzado y sin saber qué decir, Lucio se levanta y va a ayudar a su amigo a acomodar las camas. Los dos lo hacen todo en perfecta sincronía, pero sin intercambiar ni una sola palabra ni una sola mirada. Lucio evita pensar. Una vez colocadas las dos camas, Diego abre la puerta del dormitorio y apaga la luz. Se tumba en la cama y Lucio en el colchón. Lucio pronuncia un "Buenas noches" bajo y sin respuesta.

Se acomoda en el colchón, se cubre con el edredón hasta el cuello y se tumba boca abajo, con la cabeza vuelta hacia un lado de la cama de Diego, un brazo estirado hacia abajo, la mano bajo el vientre, el otro brazo doblado hacia arriba, con la otra mano bajo la cara, despidiendo la almohada.

Lucio tiene problemas para dormir esta noche. Mil pensamientos estallaban en su mente, impidiéndole relajarse. No sabía si a Diego le había gustado, si lo había odiado, si estaba tan confundido como él y se preguntaba incluso si el chico había sentido el beso. Es decir, si había sentido algo, si había sentido lo que había sentido Lucio, o algo parecido, o si al menos había sentido asco. Al darse cuenta de lo frustrante que es pensar en este tema, decide intentar dejar de pensar para poder dormir. Pero no lo consigue. Mientras intenta dormir, piensa en levantarse para ver dormir a Diego, para ver cómo yacía el chico. Ni siquiera sabe por qué quiere hacerlo, pero pronto abandona la idea, imaginando lo malo y extraño que sería que Diego se despertara y se diera cuenta de lo que estaba haciendo.

Lucio tardó mucho en conciliar el sueño. Hasta entonces, pensó en muchas cosas, en muchas cosas en las que nunca antes había pensado, en lo que acababa de pasar y en las razones que lo habían provocado. Sobre su propia sexualidad, sobre la que, hasta entonces, nunca había reflexionado. Pero pensándolo bien, algo le preocupaba. Pensándolo bien, Lucio se dio cuenta de que no era exactamente así. Había sentido cosas antes. Sentía una ligera atracción por otros chicos. Recuerda que una vez había besado a un amigo durante su infancia, pero era todo tan irrelevante, tan insignificante y raro que no le prestó mucha atención, pero ahora que se paraba a pensar, se daba cuenta de que todo aquello tenía algún sentido. Que lo que sentía por Diego no era algo que surgiera 'de la nada', pero eso tampoco significa que sea gay. Pero tampoco se va a devanar los sesos buscando una etiqueta para sí mismo y definiendo con quién va a estar a partir de ahora, o al menos intentará no pensar en ello. Quizá todo sea imaginación suya. Ya ha estado con chicas, ha sido novio de una y le ha gustado mucho. Intentará hablarlo con Diego para entender cómo se siente su amigo. Por ahora, pensar en todo esto solo le hace tener dolores de cabeza y pensar en gente prejuiciosa, religiones, violencia y cosas relacionadas.

¿Qué Quedará?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora