Capitulo 19

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Lentamente los ojos azules de Daniel se fueron abriendo poco a poco, dejando ver una luz brillante que de inmediato lo hizo quejarse. Su mente estaba en blanco y sus ojos curiosos veían a todos lados, hasta que se topo con la última persona que queria ver.

-¿Que haces aquí?- preguntó en un susurro.

-Estoy cuidándote- respondió con una sonrisa dejando una toalla húmeda sobre la frente del cazador.

-¿Tú? Pero si eres la razón por la cual estoy aquí- dijo volteando su rostro, sin querer verlo.

-Daniel...

-¿Dónde está Scott?- aún sin verlo sentía como la mirada verdosa del azabache se clavaba en él.

-No lo se, Corey me dijo que estabas solo y aproveché para poder verte- admitió sin ningún tipo de mentira.

-Entonces... ¿Esto, de verdad está pasando?

-¿Que quieres decir?

-Mi hermana...

Suspiró.

-Si, nada fue un sueño, lo siento.

Y aún que hayan pasado dos días desde el incidente, su subconsciente no lo sabía, para Daniel era como despertar cinco minutos después de haberse desmayado.

De pronto comenzó a sentir como el aire le faltaba, la máquina en la que estaba conectado emitía un pitido cada vez más rápido.

-¡No! ¡Esto no está pasando!- exclamó tomando su cabeza esperando despertar de la pesadilla en la que creía que se encontraba.

-Daniel, tienes que calmarte- comenzó a decir el azabache acercandose para poder tocarlo.

-¡Aléjate! ¡No me toques!- los gritos del cazador se escuchaban por los pasillos del hospital -¡No eres real! ¡Nada es real! ¡Es una mentira!

-Tranquilo. Soy yo, Theo.

Aquel nombre sonó como eco en la cabeza del Argent y de inmediato su mente lo hizo ver cada una de las veces que lo lastimó. Cada acaricia, cada palabra, cada beso, cada mentira, cada acción, cada mirada, cada traición.

Y fue ahí donde algo despertó en el cazador. Una chispa.

Algo que había escondido durante años, un sentimiento que no quería que volviera salir. El instinto asesino de los Argent.

De un solo movimiento se sacó la aguja del brazo y la clavo en el cuello de la quimera. Logrando que esté cayera al suelo tocando la zona afectada.

-¿P-por que?- cuestionó con dificultad el azabache.

-No debiste estar aquí- dijo una vez que pudo desconectar su cuerpo de las máquinas.

Salió corriendo, no sin antes darle una última mirada a la quimera.

En cuanto salió de la habitación escuchó miles de voces a su alrededor,  sus ojos no sabían qué mirar y solo corrió hasta un ascensor para poder calmarse. Aún con la bata de hospital y descalzo, camino hasta llegar a su casa.

~°~°~°~°~°~°~

El chico trago grueso y se miró nuevamente al espejo. Las heridas que tenía en su brazo aún seguían frescas por lo que tuvo que hacer un vendaje algo largo para que no hubiera un nuevo sangrado.

Había tomado una ducha y cambiado de ropa, su piel seguía pálida, sus ojeras no cambiaron y su cuerpo aún estaba debil.

-Que patético- se dijo así mismo luego de ver su apariencia.

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