Los caballos galopaban a toda velocidad, la capa ondeaba con el viento, los nudillos se tornaron más y más blancos y se podía apreciar con que fuerza Barnett apretaba las riendas. Ya había utilizado dos artilugios de transportación, se arrepentía de no haber traído mas con él, estaba a escasos kilómetros del palacio, pero a él le parecían miles, no podía dejar de pensar en su amada Clara y en la culpa que sentía de haberla dejado estos días y más por su estado actual... Galopó a toda velocidad como si su vida dependiera de ello. Por fin llegó al castillo, apenas estaba amaneciendo y pidió un informe al eunuco que lo recibía.
- ¿Tienen novedades del paradero de mi esposa?
- No su majestad... En estos momentos el príncipe Helmont esta en la ronda matutina.
- ¿Como fue que sucedió esto?- al momento que una fuerte llama comenzaba a salir de su cuerpo, sus ojos verde esmeralda se volvieron rojos brillantes, como el mismo fuego.
- ¡¿Donde esta Helmont?!- miró con furia al Eunuco, el cual tembló de miedo al ver al príncipe en esta forma, tenía tanto miedo de ser quemado.
- Hermano... Lo siento no pude protegerla -. Escuchó la voz de Helmont tras él y la imágen que vio fue la más desgarradora, lo que no se atrevió a pensar mientras regresaba al palacio.*****************************
"Indiferencia, orgullo, terror eran las miradas, que las personas recibían de mí, Barnett el príncipe heredero de Estherlot, la Furia de fuego ❤️🔥 como a mis espaldas me llamaban, a quién había heredado la magia Antigua de los Cunningham, descendientes de Droham, un dragón majestuoso, el cuál había tomado forma humana para poder desposar a una hermosa humana. De allí la grandeza de mi poder, sin embargo era como una maldición, ya que en la premura de mi juventud, cuando mis poderes comenzaron a despertar en todo su esplendor y omnipotencia, no pude controlarlos y terminé con la vida de mi amada Sophia, mi primer y único amor hasta el momento. No me permitía tener a nadie cerca, a pesar de dominar perfectamente mis poderes, no merecía amar ni ser amado... Por lo menos eso creí durante más de diez años. El matrimonio con Clara estaba en puerta, siendo sincero si era realmente hermosa, la pintura que me enviaron lo decía, tal vez aún más hermosa que mi Sophia, pero eso no importaba, ya que a pesar de ser portador del poder de fuego antiguo mi corazón estaba congelado. Ya hacía un par de horas que me habían anunciado que los Sessa habían llegado al palacio, pero me negue rotundamente a recibirlos, solo conviviría con la futura princesa, mi futura esposa, lo necesario. Salí un poco de mi habitación donde llevaba horas resolviendo asuntos del Reino, lo cual me tenía cansado, camine un poco por los jardines, no lo negare iba un poco distraído pensando en la primera y fatidica noche que tuve a Sofia en mis brazos. Cuando logre reaccionar vi como la mujer más hermosa, que había visto nunca se estampó en mi, iba distraída, tratando de tapar su pequeño cuerpo con una capa y caminando sin ver al frente. El golpe la hizo caer al suelo y chillar de dolor, volvió sus ojos hacia mí. Y su mirada eclipsante, lo hizo... Me eclipsó, nunca habia visto unos ojos así, brillaban en la obscuridad, tal cual oro puro, sus ojos se abrieron completamente, como si estuviera asustada... ¡Realmente estaba asustada, la familia Sessa conocía mi apariencia... Y sobre todo, todo el continente conocía la mala reputación del humor del Príncipe Barnett. Sus pequeños y rojos labios se abrieron para pronunciar unas breves palabras".
— Disculpé su majestad, mi impertinencia. Debí ver por donde caminaba.— después de repetir estas palabras Clara intento ponerse en pie para hacer una reverencia pero un dolor agudo en su pie le impidió hacerlo, solo hizo una mueca de dolor, lo cual la hizo ver mas vulnerable y hermosa.
— No se mueva... Yo la ayudaré... Sea mas cuidadosa para la próxima.— A pesar de repetir estas palabras con su voz y tono glaciar Helmont sentia como su corazón comenzaba a arder.
— Su majestad no es necesario, yo pue...— la tomo en brazos antes de que terminará de hablar.
—Por favor sujetese con fuerza, la llevaré a su habitación.— el blanco nivea de sus mejillas, se volvio rojo y cálido. Clara se sentía completamente avergonzada, en una sola noche se habia encontrado en condiciones poco favorecedoras con Barnett y Helmont de Estherlot. Nada podría ir peor. Bajo la luz de la Luna caminaron hasta el palacio mientras Clara admiraba la seriedad glacial de ese hombre, quién no la miró en ningún momento. Llegaron a la habitación, la recostó y dejó allí, segundos después entraron las doncellas para curar sus heridas. Sin embargo Barnett caminó a su habitación, tapando su rostro, avergonzado.—"No puede, esto no puede suceder". Se repitió a sí mismo, mientras recordaba la calidez del cuerpo de Clara y esa mirada, la cual lo había enamorado por completo, ya se hablaba que el hombre que veía a Clara quedaba completamente flechado, lo cual le pareció absurdo, pero ahora con solo 5 segundos después de verla, lo había reafirmado.
Esa noche Barnett apenas logro pegar un ojo no dejaba de pensar en esos ojos color oro brillante y en esa mujer... Sentía una gran culpa hacia su amada Sophia, ya que el sabía que al haberle arrebatado no se merecía amar ni ser amado.
'Sin embargo, el corazón no entiende de razones y una fuerza misteriosa, mas aún que la misma magia que el poseía se estaba apoderando de su corazón"
Por fin logro dormir un poco...
Una hermosa plebeya corría por el campo detras del palacio, un campo lleno de trigo, sus hermosos cabellos rubios y un poco desaliñados cubrían algunas partes de su pequeño rostro, su dulce mirada lo atravesó, ella le sonrió con dulzura, mientras el trataba de alcanzarla para tomarla en sus brazos, pudo alcanzarla y se fundieron en un tierno beso, le cual se lleno cada vez de más pasión. De pronto el fuego se volvio cada vez más y más fuerte, su cuerpo comenzo a liberar ese fuego interior, el cuál tomó forma y fuerza, los ojos de aquel jóven de cabello rojo se volvieron rojos brillantes... Cuando volvió en si, pudo sentir algo a su lado, allí estaba ella... Sin vida...'
Los jadeos se volvieron más y más fuertes en la habitación. Gotas de sudor frío recorrían su esplendoroso pecho, tras varios intentos fallidos logro despertar, se sentó y se inclinó un poco más hacía delante, metiendo sus grandes manos en su rizado y rojo cabello...
—"Sophia... Perdóname Sophia".
Algo que parecía increíble de suceder, en ese hombre de hierro, fuerte e imponente, estaba pasando, unas pequeñas gotas que brotaron de sus ojos cayeron a las sábanas... ¡Barnett estaba llorando! Esa no había sido una pesadilla, mas bien era un amargo y horrible recuerdo. Invadido por el insomnio salio a caminar como de costumbre. Sin embargo en esta ocasión el deambulo lo llevo a la habitación de la nueva inquilina del palacio. Donde solo se quedo parado frente a la puerta, pensando en si entrar o no. —"Esto es una locura ¿Que demonios hago aquí?"—La culpa lo invadía cada vez mas, hacía solo unos minutos había despertado de esa cruel pesadilla, como un recordatorio de que no se le permitía sentir algo por alguien más, después de lo que le había hecho a Sophia ¿Y ahora estaba aquí? Frente a la puerta de Clara, como si una fuerza lo hubiera obligado a llegar hasta este lugar, decidido a marcharse, dió medía vuelta, de pronto un sonido se escuchó detrás...—Su majestad... — esa dulce voz retumbo en sus oidos, su mente y su corazón — no se valla por favor.
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Estherlot
FantasíaEstherlot Esta historia pertenece a Yajaira Lizbeth González Contenido explícito, se recomienda discreción. Prólogo El cuerpo yacía sin vida, en medio de un hermoso jardín de tulipanes, la putrefacción excedía el dulce aroma, la hierva en rededor d...