Capitulo 1.

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Metí en la mochila todo lo esencial para nuestro viaje. Iría a un campamento con mis dos mejores amigos: Anto y Anwen, dos personas completamente diferentes. Sé que son un desastre completo, pero tienen algo en común: Siempre están a mi lado en las buenas o en las malas, aunque probablemente Anto salga corriendo primero, sé que esperaría que vaya tras él. No son perfectos, pero se han ganado mi confianza, y eso es ser un amigo.

Mi hermano Ariok se había ofrecido para llevarnos, así que ya estaba en el auto tocando la bocina para que saliera, pero luego de un tiempo dejó de hacerlo.

—¿Cuántos hijos tienes? —Giré mi cabeza en su dirección, encontrándome con aquellos ojos verdes, de Ariok. Con su típica gorra negra en la cabeza y su ropa holgada de rapero. Habló desde la puerta de mi habitación Saca tu trasero y mételo en el auto.

—Lo que digas, pero ayúdame con esta bolsa —Le entregué la bolsa negra más grande.

Salí de la habitación cargando mi mochila sobre mis hombros y la otra con mi mano izquierda. Subí las cosas en el baúl para luego sentarme en el asiento del copiloto.

—Avísales que enseguida vamos —Me ordenó, refiriéndose a mis amigos —No quiero perder mi tiempo con ellos.

Para Ariok es: Llegaré a las 12:00 y llega a las 12:00 ni un minuto más, ni un minuto menos.

—Ya lo hice— Mentí.

En el camino Ariok, como siempre, se la pasó quejándose por todo, incluso creo que mencionó algo sobre la música. Decidí ignorarlo, de lo contrario terminaría como él.

Hicimos la primera parada, Ariok bajó rápidamente a tomar la maleta de la rubia que estaba cruzada de brazos, ella era Anwen una chica bastante impaciente. Sobre su rubio cabello mantenía sus gafas de sol, lucía una blusa azúl y unos pantalones negros un pocos holgados.

—¿Dónde carajos estaban? Llevo más de 10 minutos aquí afuera.

—Pregúntale a Chás —Mencionó Ariok, mientras guardaba las maletas —Listo, adentro.

—Mueve tu trasero.

—Negativo —Me recargué en el asiento y me crucé de brazos. No pensaba donar mi lugar a Anwen porque yo llegué primero.

—¡Julio! Dile a Chás que me deje sentarme a tu lado, ni creas que me iré con el idiota de Anto. —Me miró de nuevo sosteniéndose de la puerta —Chás, por favor. No me hagas esto.

—Lo siento, no, no es cierto —Comencé a reír en su cara, no le quedó de otra que subirse atrás.

—Me las pagarás —Murmuró. Le miré desde el retrovisor. Gesticuló y se cruzó de brazos.

Arrancamos de nuevo y después de unos 10 minutos llegamos a la casa de Anto. Mi hermano tocó un par de veces la bocina, pero no se veía claro de que saliera de la casa.

Me reí ante la frustración de Ariok, ya se le estaba cambiando el color de la piel, de blanco a Rosa.

—Tranquilo, iré por él —Me bajé y corrí a la puerta principal que por cierto estaba abierta —¡Anto! —Llamé. Me adentré en el pasillo que llevaba hasta las escaleras teniendo a un costado la sala y al otro la cocina. Tomé las gradas y subí hasta su habitación, pero el lugar parecía vacío. Había un desorden total sobre el piso y en la cama un sin fin de ropa.

—¿Qué haces? —Habló, Anto tras el closet, por lo visto tenía que esperar a que se vistiera. Tenía el torso desnudo y unos pantalones negros. Su cabello estaba desordenado, aún lo tenía mojado, varias gotas de agua aun descansaban en su rostro.

Inverosímil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora