Redención en Verso

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En letras sinceras y con humildad, mi voz se alza en busca de redención. A ti, amiga mía, hoy quiero expresar el pesar que habita en mi corazón.

En las sombras de la ira, me dejé llevar, y en mis palabras, hiriendo sin piedad, dañé tu alma, sin pensar en el amparo que siempre brindóste a mi soledad.

Atravesé tus muros con palabras afiladas, sin medir el alcance de su punzante filo, ignorando que el perdón se ganaba, no se reclamaba con un simple hilo.

Hoy, ante ti, con la voz llena de arrepentimiento, imploro tu clemencia y tu comprensión. Mi amiga, confío en tu noble sentimiento, que sientas en tu pecho mi sincera intención.

Te pido perdón, por haber manchado nuestra hermosa amistad con oscuras sombras. No mereces el dolor que te ha causado, y promete aprender de estas lecciones rojas.

En cada verso, en cada estrofa que aquí plasmo, busco sanar las heridas que te infligí, anhelo que el tiempo borre aquel espasmo, y que juntas, en la amistad, volvamos a reír.

Perdóname, amiga mía, por mi imprudencia, por la ceguera que nubló mi buen juicio. En este poema encuentro mi penitencia, y anhelo con sinceridad tu dulce abrazo y respiro.

Que nuestras almas, entrelazadas en perdón, se liberen del pasado y vuelvan a florecer. Que renazca en nosotros una nueva canción, y que nuestra amistad, eterna, vuelva a renacer.

A ti, amiga mía, hoy dedico estas líneas, con la esperanza de que acepte mi confesión. Eres el sol que a mis días siempre ilumina, y en tu perdón encuentro mi redención.

¡Perdóname, amiga mía! Que este poema sea un sincero reflejo de mi anhelo de cambio. Prometo cuidar nuestra amistad con gran idea, y aprender de nuestros errores, a sabiendas de su rango.

Así, en este verso y en cada palabra sincera, te pido perdón, buscando el renacer. Por siempre, en tu amistad, mi corazón espera, porque tú, amiga mía, eres mi razón de ser.

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