Fools +Yoonjin+

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"Seokjin, viniste"- Kim Yeeun le sonrió suavemente a su hijo.

"Madre"- saludó secamente, aunque por dentro estaba muy nervioso. Yoongi lo había animado para que arreglara las cosas con su madre y eso era lo que finalmente lo había hecho decidirse pero aún así los nervios no lo dejaban en paz.

"Me alegro de que hayas venido"- su sonrisa se mantuvo aunque su mirada le dijo al castaño que su tono y actitud no habían pasado desapercibidos.

"Yoongi mencionó que era buena idea intentar resolver... esto"- hizo una pequeña mueca al no poder expresarse mejor.- "Sobretodo antes de la boda de Jimin y Taehyung".

"Lo que diga Min Yoongi realmente no importa-"

"Madre..."- advirtió Jin.

"Sí, lo siento"- lo miro seria.

"Estoy aquí, puedes hablar"- siguió con su acto de frialdad, preparándose para cualquier cosa.

"Bien, seré directa. Lamento haberte obligado a estar en este matrimonio, lamento haber caído en las maquinaciones de Yan, lamento haber ignorado las advertencias de tu padre sobre protegerte de esta familia y lamento haber puesto el bienestar del consorcio Kim sobre tu felicidad"- Seokjin no dijo ni una palabra, pero su corazón dolió al escuchar las palabras que había esperado por tanto tiempo.- "Lo siento hijo".

El castaño la observo sin saber que decir, todo lo que pensó que diría se esfumo de su mente cuando su madre comenzó a hablar. Su madre era una mujer muy dura, había crecido en una sociedad tremendamente misógina y había llegado hasta la cima a base de esfuerzo y sacrificio, aún cuando nadie creía que la heredera Kim era digna de estar donde estaba, solo por ser mujer. Eso la había vuelto muy diferente a cómo era en su juventud, su padre le contaba mucho sobre eso cuando era pequeño. Y aunque nunca fue exactamente una mala madre (no como su hermana fue con Taehyung, al menos), Seokjin sabía que ser madre y la matriarca Kim al mismo tiempo siempre había sido un trabajo difícil para llevar acabo, sus obligaciones y responsabilidades la ponían en constante conflicto entre hacer lo mejor para los Kim o lo mejor para su familia. Su padre siempre fue un buen consejero, ayudándola a dirigir todo y cuidando que el trabajo no fuera demasiado para ella; una parte de su madre se había ido con él, el día en que murió. Parecía que su corazón había terminado por endurecer aquel día, Seokjin jamás la vio sonreír una vez más. Para Jin era casi imposible creer que Kim Yeeun, la mujer que nunca se equivocaba, aquella que era tremendamente inteligente y una negociante nata pero también muy testaruda, una excelente líder y su madre, estuviera disculpándose ante él.

"¿Eso es todo?"- preguntó por fin. No estaba intentando ser grosero, solo quería espacio para procesar las cosas. Ya ni siquiera era capaz de fingir indiferencia y creía que si se quedaba un poco más ahí, se pondría a llorar como la noche de la gala.

"No Jin, no es todo. No te vayas todavía"- su madre extendió su mano hacia él aunque la detuvo a unos centímetros, insegura de sí siquiera estaba bien tocarlo.

Seokjin asintió rápidamente, intentando controlarse un poco más.

"Yo solo quiero remendar mis errores, empezando con el matrimonio al que te orillé"- continuo.- "La verdad es que... todo este tiempo no he tenido el valor para verte porque aún me siento avergonzada de cómo sucedieron las cosas, la situación era muy difícil en la empresa y yo no quise ver el trabajo de generaciones arruinarse por culpa de Yan. Aún así no debí pagar con tu libertad, debí encontrar otra solución, una que no terminara conmigo perdiéndote".

Seokjin negó fervientemente, sintiendo el peso de la culpa sobre él como hacía 3 años. Aún recordaba las noches sin dormir, los gritos y el completo caos que siguió al anuncio del compromiso Park-Kim en la mansión. Las acciones de los Kim cayeron en picada porque el retiro del dinero de los Park había causado incertidumbre en todos los inversionistas y su madre había tenido que lidiar sola con el desastre que sus decisiones y las de su tía habían provocado. Había pasado semanas enteras agotada, casi sin pisar la mansión y aguantando las locuras de una Kim Yan sin dinero y con mucho tiempo libre.